
Imagínate que entras en la Casa del Terror y al primer susto o escobazo sales despavorido al exterior. ¿Qué ocurriría? Pues que probablemente no entrarías más.
Ahora bien, ponte en la situación que decides completar el recorrido. Al finalizar vuelves a entrar. Y luego otra vez más. Tras tres entradas consecutivas desaparecerá el factor sorpresa y ya ninguno de los sustos te dará vuelco al corazón. Incluso, te comenzará a dar risa, y te parecerá cada vez más patético o humorístico. Te aprenderás el recorrido de memoria. Te harás amigo de ese zombi que intenta comerte tu cerebro.
Al dejar de fumar pasa algo parecido. Si a la primera te asustas y vuelves a fumar, el miedo a volver a entrar se incrementará. Pero si decides continuar, conocerás todo el teatro absurdo que tiene montado la adicción en tu cabeza.