
Durante las primeras semanas tras dejar de fumar, hay más probabilidades de que la situación se nos vaya de las manos y nos haga caer en el grave error de pedir o salir a comprar tabaco. Cuando una persona ya se encuentra muy ansiosa, preocupada, agitada y con sentimientos de desesperación, poco se puede hacer, pues la espiral de emociones negativas ya presenta un fuerte grado de activación.
Lo más importante en estos casos, es adelantarse a los acontecimientos. Es decir, cuando de la ladera de una montaña cae una gran roca, primero ha de desprenderse algo de arena y pequeños guijarros. Ante estas primeras señales de aviso podemos poner remedio, cuando ya tenemos encima de nuestras cabezas la “gran piedra” poco podemos hacer para esquivarla y nada para pararla con nuestros brazos. De esta manera, el fumador deberá aprender a detectar “sus primeros guijarros”.
A veces puede ser como la sensación de vacío, de que nos falta algo; otras una sensación muy intensa parecida al hambre; también podemos estar muy irascible con la gente que está a nuestro alrededor. Son en esos precisos momentos cuando habrá que aplicar las estrategias que Fumabook recomienda: ejecución de la actividad planificada, cambio de hábitos, control del pensamiento a través del diario personal, técnica de relajación, respiraciones abdominales o la toma de algún medicamento de rescate que nos haya recetado nuestro médico (ansiolíticos, etc.).
Intentar solucionar la situación cuando uno ya ha perdido el control y se dirige alocadamente hacía el comercio para obtener tabaco es una misión casi imposible.
¡Actúa ante los primeros síntomas!