Es muy típico escuchar eso de “mi pareja consiguió dejar de fumar porque tiene más fuerza de voluntad que yo”. Recordemos que la fuerza de voluntad la entendemos como una especie de músculo que tenemos todos para resistirnos ante una tentación.
Si le dijeras a un millonario que no diera palo al agua que a partir de mañana tuviera que levantarse a las 5 de la mañana, recorrerse con el coche 80 kilómetros para estar trabajando 8 horas seguidas en una obra resistiendo la lluvia, el frío intenso o un sofocante calor, como albañil, cogiendo peso, apilando ladrillos y soportando un grande esfuerzo físico, probablemente te diría que le sería imposible cambiar tan bruscamente su estilo de vida. No se vería con la fuerza de voluntad suficiente para llevar a cabo dicho cambio.
Lo más seguro es que tú también realices todos los días cosas que requieren un sacrificio: madrugar, ducharte, vestir a los niños, aguantar el tráfico, trabajar, soportar la bronca de un jefe, cocinar, fregar, planchar, etc. El ser humano hace grandes esfuerzos y sacrificios todos los días, pero está habituado a ello. Seguramente resultaría más duro pasar de «ser un millonario holgazán» a «un obrero de la construcción» que lograr el objetivo de dejar de fumar.
Esto demuestra que todo el mundo dispone de fuerza de voluntad y no es tan distinta entre una persona y otra. La gran diferencia la encontraremos en el estado inicial en que uno se encuentre y las estrategias que use para cambiar de “posición” (aquí tiene que ver mucho con el Aprendizaje previo que dispongamos).
Además, la fuerza de voluntad es una característica relativamente estable en la vida de una persona. Por eso me pregunto ¿por qué un sujeto de 50 años que deja de fumar, supuestamente a base de fuerza de voluntad, no lo dejó años atrás si su fuerza de voluntad era la misma?
Esto sucede porque, para dejar de fumar, la fuerza de voluntad es necesaria pero, para nada, suficiente o primordial. Es importante como lo es para hacer todas las cosas de nuestro día a día, como levantarnos de la cama, afeitarnos, ir al trabajo, etc. Esa fuerza de voluntad la tenemos todos. No hay ni un solo fumador en el mundo que no pueda dejar de fumar por falta de fuerza de voluntad.