«La habitación» (dejar de fumar)

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Ayer tuve la gran oportunidad de ver una película que puede ayudarte mucho a entender cómo funciona la adicción al tabaco (únicamente desde el punto de vista del personaje llamado Jack) , estando muy en la línea con la filosofía de Fumabook. Su nombre es la “La habitación” (Room) de 2015. En el post haré spoiler, es decir, destriparé parte de la película (por si prefieres verla antes).

Una chica vive secuestrada desde hace siete años en una pequeña habitación con su hijo de seis (Jack), fruto de las repetidas violaciones llevadas a cabo por su captor. Es el cumpleaños del pequeño, y la madre decide contarle a Jack que la realidad al que ha sido expuesto hasta entonces a través de la televisión es solo una simple y parcial representación del verdadero mundo que existe fuera de aquel pequeño habitáculo. Es decir, hasta el momento, el niño no había sido consciente de su privación de libertad. No obstante, este descubrimiento por parte del niño se hace solo a nivel teórico, pues queda totalmente escéptico ante lo que le dice su madre.

Durante la película, madre e hijo logran la libertad. De aquí nos trasladamos a las últimas escenas que son las que nos interesan.

Jack pide a su madre ir a la habitación solo para ir de visita, y ella accede. Al llegar se produce esta conversación:

Hijo: ¿Ésta es habitación?

Madre: Sí

Hijo: ¿Se ha encogido?

Luego, el niño observa cada espacio y cada objeto de la habitación con pena y añoranza y dice:

Hijo: Es porque puerta está abierta

Madre: ¿Qué?

Hijo: No es habitación si puerta está abierta

Madre: ¿Quieres que la cierre?

Hijo: No

Al final Jack se despide: adiós, planta; adiós, silla número uno; adiós, silla número dos; adiós, mesa; adiós armario; adiós, lavabo; adiós, claraboya… mamá, di adiós a habitación.

Esta película nos recuerda mucho al mito de la caverna de Platón (a la que recurrimos en el libro) y a “la metáfora del zulo y el carcelero” explicada en el manual y ampliada en los distintos posts del blog.

Por un lado, al fumador le pasa algo parecido  al niño cuando rechaza lo que la madre le cuenta. Jack nunca había conocido la libertad de vivir fuera de esa habitación, del mismo modo que el fumador ya no recuerda lo que es la libertad de vivir sin depender de la sustancia adictiva. Por eso hay muchos fumadores que no creen que estén sometidos a una pérdida de libertad, creen que fuman por decisión propia.

Otro aspecto similar es la “necesidad” del niño de regresar una vez más a la habitación, a pesar de vivir ya en libertad. Esto es lo que le pasa a la persona que decide fumarse un cigarrillo después de estar mucho tiempo sin hacerlo, pero aún sintiendo algo de “añoranza”.

Una vez Jack vuelve a la habitación para echarle ese último vistazo, se da cuenta que no era tan maravillosa como él lo recordaba, ahora le parecía más pequeña (había idealizado la vida en ese enano habitáculo del mismo modo que muchos fumadores idealizan esa supuesta y falsa capacidad que tiene el cigarro de “gustar y proporcionar placer”). Y eso mismo le sucede a la mayoría de los fumadores que se fuman un cigarrillo suelto, que se dan cuenta que sabe y huele mal, y que no les aporta nada. Al regresar al lugar, Jack pudo hundirse en la añoranza y no querer salir más de allí (tal y como les suceden a los fumadores que deciden, después de ese “único cigarrillo”, seguir siendo fumadores). Pero no fue así, enfrentándose a su pena, el pequeño decidió despedirse de sus sillas, de su armario… de su “habitación”. Él mismo se había dado cuenta que aquel lugar no era el mismo cuando dice: “No es habitación si puerta está abierta”. En efecto, una vez dispuso de la “Libertad” al tener la puerta abierta, la opción de salir, aquel lugar no era el mismo, ya no lo quería, ya prefirió “no cerrar la puerta”, tal como le sucede a la persona que ha alcanzado la libertad plena tras dejar de fumar, que se da cuenta que ser fumador era una privación de libertad con la puerta cerrada por los miedos. Eso que muchos fumadores creen de “puedo dejarlo cuando yo quiera”, no es cierto.

Antes de estas escenas, el chico nos cuenta una serie de pensamientos (mi escena favorita): “cuando tenía 4 años, no sabía nada del mundo. Y ahora, mamá y yo, vamos a vivir en él para siempre jamás, hasta que nos muramos. Ésta es una calle, en una ciudad, en un país que se llama Estados Unidos y en la Tierra, que es un planeta azul y verde que gira todo el rato, así que no sé por qué no nos caemos. Y luego está el espacio exterior, y nadie sabe dónde está el cielo. Mamá y yo hemos decidido que, como no sabemos lo que nos gusta, vamos a probarlo todo. Aquí fuera hay muchísimas cosas y, a veces, da miedo, pero no pasa nada porque siempre estamos tú y yo”.

Podemos comprobar que, a pesar de estar ya saboreando la libertad, Jack aún siente miedo por las cosas que hay fuera de su “habitación”, lugar que tenía controlado y conocía desde siempre. Ese mismo miedo es el que experimenta el fumador que teme dejar de fumar y el que lleva poco tiempo sin hacerlo.

En esta ocasión no te voy a poner el enlace de la escena concreta de la película. Te invito a que la veas entera, despacio y reflexionado, pues con ella vas a comprender perfectamente cómo la adicción genera el engaño en la mente a través de la falsa ilusión de libertad y el miedo a lo desconocido.

Espero que la disfrutes.

http://www.fumabook.com

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