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En primer lugar, que es muy frecuente que estos pensamientos erróneos pongan en entredicho nuestras capacidades para dejar de fumar. Ante un intento fallido, es habitual echarse las culpas a uno mismo. Es muy importante comprender que todas las dificultades que se nos presenta ante el tabaco se deben a la adicción, y no a nuestras capacidades personales. Si concluyo que yo no tengo cualidades para dejar de fumar, me sentiré incapacitado para ello, me rendiré y no querré intentarlo en un futuro. Por ello, para poder atacar a la adicción y NO a nosotros, es necesario crear una figura que la personifique y la represente: El Carcelero. Él es el responsable de todo lo malo que te sucede respecto al tabaco, y no tú. Así, atacar a algo externo resulta más lógico y sencillo que hacerlo contra nosotros mismos. Es necesario colocar al enemigo fuera de nosotros.