¿Por qué hay fumadores que no lo dejan tras un susto? (PRO)

Este artículos es para profesionales (nivel avanzado).

Jordi es un hombre de cincuenta y ocho años que cuando entró en la década de los cuarenta dio un giro en sus hábitos de alimentación y actividad física dado que no estaba contento con su cuerpo y por su alta preocupación por la salud. En unos ocho años había logrado ese cuerpo atlético que siempre había soñado. Tal y como él siempre decía, el tabaco era el único vicio que había mantenido, pues cuidando tanto lo demás y con la genética que le había tocado (su padre murió con noventa y dos años siendo fumador), era imposible que le hiciera enfermar y, mucho menos, matar. Definitivamente, él no quería dejar de fumar; incluso cuando se lo proponían, se enojaba (fumador tipo I).

Amparo es una mujer de cincuenta y seis años que lleva media vida deseando dejar el tabaco, pero por una cosa y otra nunca ha sentido que fuera el momento. En la actualidad se ve inmersa en un gran dilema, pues después de haber superado una fuerte depresión, teme volver a reactivarla por el simple hecho de dejar de fumar. Está muy convencida de que sin tabaco no va a ser igual de feliz y eso le impide dar el paso (fumadora tipo II).

Jordi y Amparo se conocen un tres de marzo en la sala de espera de la consulta de un neumólogo. Ambos aguardan a ser llamados para recibir el resultado de unas pruebas médicas.

A final de la mañana, se encuentran en la salida e intercambian unas palabras, compartiendo el diagnóstico de un enfisema pulmonar. Tras esta conversación, las conclusiones de uno y otro son muy dispares:


Jordi: se acabó, tiro el tabaco y no vuelvo a fumar en mi vida.


Amparo: No sé lo que hacer, de momento fumaré la mitad.

Al cabo de un año, estos dos personajes coinciden en una revisión con el neumólogo. Jordi nunca volvió a fumar y refiere haber pasado un proceso de abstinencia muy leve. Se alegra mucho de haberlo dejado. Amparo, por el contrario, aguantó solo un mes con la reducción. Le siguió un intento breve de cuatro días interrumpido por una fuerte sintomatología de la abstinencia. A día de hoy sigue fumando sus treinta cigarrillos al día, inmersa de nuevo en una depresión por su situación médica y la culpa y la angustia que le produce seguir consumiendo a pesar de estar enferma de una patología que puede quitarle la vida.

¿Qué ha sucedido? ¿Por qué uno ha dejado de fumar y la otra no teniendo sobre la mesa el mismo diagnóstico? Veámoslo.

Jordi ha mantenido su consumo de tabaco durante años sobre la creencia adictiva medular de «a mí el tabaco no me enfermará ni me matará, cuido mucho mi estilo de vida y tengo una salud y una genética de hierro». En el momento que se hace consciente de que su consumo ha generado daño, esa creencia queda invalidada, y al ser nuclear, supone el debilitamiento de gran parte del relato y, por tanto, del engaño mental, facilitando el proceso. Esta información irrefutable (el diagnóstico y su incuestionable relación con el tabaco) actuará como motivación autónoma compuesta, concretamente integrada, ya que las creencias nucleares y secundarias previas de Jordi sobre hábitos saludables, actuarán como creencias contra-adictivas que desaconsejan el consumo, aliviando el pico de disonancia cognitiva originado por el diagnóstico con su interrupción. Aunque sigue siendo una motivación extrínseca, supone aquella más próxima al extremo intrínseco que propone el continuo de la Teoría de la integración organísmica (Teoría de la Autodeterminación de Deci y Ryan). Además de todo esto, los cambios en la última década en su alimentación y actividad física, nos hace pensar que Jordi es una persona con tendencia a motivarse intrínsecamente en este tipo de retos. Jordi no sufrió una fuerte sintomatología al no sufrir una excesiva modulación hacia arriba al no disponer de muchas creencias adictivas sobre consecuencias típicas de los fumadores tipo II.

Por otro lado, la creencia adictiva medular de Amparo se encuentra no el grupo de lo nocivo, sino en el de consecuencias, por lo que el diagnóstico de la enfermedad no tendrá un efecto directo y beneficioso sobre ella. Incluso, es muy probable que el susto originado por la enfermedad, pudo haber generado un pico intenso de disonancia cognitiva, que aunque en un primer momento se intentó paliar con una estrategia de reducción (cambio de creencias y de conductas simultánea u opción mixta), debió ser resuelta tras volver a la cantidad habitual a través del reforzamiento de las creencias adictivas previas existentes o la posible cristalización de otras nuevas (por ejemplo, bloqueadoras, convirtiéndola en una fumadora tipo II temerosa y/o incapaz o negadora de la solución). Sus creencias adictivas sobre las consecuencias llevaron a cabo una fuerte modulación hacia arriba, hecho que le hizo desistir en solo cuatro días. Sobre su motivación, es claramente controlada compuesta, concretamente introyectada, al estar mediada por la ansiedad, el miedo y la culpa ante la enfermedad. Es decir, Amparo está muy motivada extrínsecamente, que es lo menos recomendable, pues aunque logre dejarlo en un primer momento, le dejará en una posición de máxima vulnerabilidad con una alta probabilidad de recaída.

Con este ejemplo, podemos hacernos conscientes de lo diferentes que pueden llegar a ser los fumadores y lo inapropiado de establecer abordajes no personalizados o compartir recomendaciones basadas en la experiencia personal.

Caer en el error de tratar o aconsejar indistintamente a dos fumadores por considerarlos como personas que presentan un mismo problema, es como tratar a dos cardiópatas con el mismo tratamiento por el simple hecho de padecer una enfermedad del corazón, independientemente de que uno sufra la obstrucción de una arteria coronaria y otro una valvulopatía. Que dos sujetos fumen cigarrillos no significa que en interior de sus cerebros se haya armado el mismo puzle cognitivo.

Un comentario

  1. Soy Bea, en el año 2013 (25/02/2013) tuve un TEP con 35 años por mezclar tabaco y pastillas anticonceptivas. Dejé de fumar 4 meses y volví. Ahora con 46 años y después de muchos intentos de dejar de fumar, creo que a llegado el momento de acabar con esta adicción, creo que el libro y este método va a ser un punto final. Solo voy por el capítulo 2 pero creo que las herramientas y mis ganas de dejarlo están unidas. Decir que mi máximo tiempo de dejar de fumar fueron 3 años con otro libro.

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