Es muy frecuente encontrar fumadores que están intentando dejar de fumar y reconocen fumarse algún cigarro que otro a lo largo de la semana o del mes. ¿Qué debemos hacer en esta situación? Lo primero, como siempre, es saber qué nos está sucediendo.
En el libro usamos la metáfora del Zulo y del Carcelero para describir cómo funciona la adicción. Hoy acudiremos de nuevo a ella. Tenemos claro que nuestro objetivo a la hora de dejar de fumar es salir del zulo y soportar el ataque del Carcelero que intenta que regresemos a su guarida. Salir del zulo significa no fumar ni un solo cigarrillo. A veces, como comentamos en otros post, un cigarro o unas caladas sueltas pueden reafirmar nuestra decisión de seguir en ladirección a la libertad (se recomienda leer los artículos siguientes: Post 1 – Post 2 – Post 3). Pero este cigarro no puede ser buscado ni provocado, y se tolerará de una forma muy puntual o única.
Este cigarro suelto puede llegar a ser clave en nuestro aprendizaje. Regresando a la metáfora, es como ir caminando hacia nuestra libertad y, de repente, girarnos ante la llamada reincidente del Carcelero, mirar, saborear y respirar su tentación mientras observamos de lejos la puerta del zulo, hacernos conscientes que no queremos regresar, girándonos de nuevo, ignorando al Carcelero y continuando nuestra marcha hacia adelante. Eso es un cigarro que nos puede ayudar y reafirmar.
Ahora bien, cuando nos fumamos algún cigarro de vez en cuando, la situación es muy distinta. Aquí estamos aún dentro del zulo, a merced de lo que nos dice el Carcelero. Queriendo liberarnos, pero sin atrevernos a cruzar el umbral de la puerta. Nuestra intención es buena, nuestro deseo es claro, pero nuestro miedo a salir del zulo es aún mayor, y, por eso, permanecemos dentro de nuestra prisión, cerquita de la puerta, fumando poco, pero aún atrapado entre sus muros. Fumarse cigarros de vez en cuando no es una estrategia para dejar de fumar, y puede ser enormemente contraproducente. Es una conducta que remueve nuestros miedo, nuestras sensaciones molestas y que puede atacar a nuestra autoestima, nuestra motivación y nuestro propósito de dejar de fumar… nos puede hundir más profundamente en la adicción.
Denota mucho miedo, inseguridad. Deja ver que seguimos buscando una estrategia o una manera menos dolorosa de vencer al Carcelero. Y, como decimos siempre, al Carcelero no se le derrota, al Carcelero se le deja pudriéndose en su propia mazmorra. Dejamos todo lo malo atrás y emprendemos una nueva vida hacia la libertad.
Saliendo de la metáfora del Zulo y el Carcelero, recurrimos a explicarlo desde el punto de vista del aprendizaje. Si yo estoy aprendiendo a montar en bicicleta y, al llegar a una curva, giro demasiado el manillar y me caigo, aprendo que en las curvas hay que girar menos el manillar. Si yo decido no aplicar el aprendizaje, cada vez que coja una curva me iré al suelo. Aprender por Ensayo-Error. Con el tabaco pasa lo mismo.
Si dejo de fumar y al quinto día me fumo dos cigarros, debo analizar qué factores me han hecho caer para aplicarlo para la siguiente ocasión, es decir, desarrollar un aprendizaje. Lo primero que me tengo que preguntar es ¿de dónde narices he conseguido el tabaco y bajo qué circunstancias? Si el tabaco lo tenía en casa, aprendo que no puedo tener tabaco en casa. Si me los he fumado por salir a desayunar con los compañeros de trabajo fumadores, tendré que evitar salir con ellos durante un tiempo. Evitar situaciones no significa que seamos débiles, ni muchísimo menos. Tenemos que adaptar nuestro camino del aprendizaje a nuestras necesidades. Unos podrán enfrentarse a unas situaciones y otros a otras; cada uno es de una manera distinta. Ahora bien, si caigo, y vuelvo a enfrentarme a la misma situación una y otra vez y vuelvo a caer, algo estoy haciendo mal.
También es cierto que hay situaciones que no se pueden evitar, como trabajar en la terraza de un bar con compañeros fumando. Pero siempre hay algo que se puede cambiar: sea hablar seriamente con ellos para que no te ofrezcan, o lo que sea. Siempre hay un error que podemos subsanar. Tan solo tenemos que analizar qué hemos hecho mal y corregirlo, tenéis que ir probando: ensayo-error.
Dejar de fumar es Aprender. Si vamos al colegio pero no escuchamos al profesor ni hacemos la tarea ¿aprenderemos algo? Pues no. Solo nos servirá para no aprender nada nuevo, suspender, compararnos con los demás y terminar concluyendo que somos idiotas y estúpidos y acabar destrozando nuestra autoestima. Ponerse a dejar de fumar no es suficiente, hay que aprender, y para ello esforzarse. No lo olvidéis: ¿De dónde saqué ese cigarro que me fumé? ¿Qué ocurrió para que me lo fumara? ¿Bajo qué circunstancias? ¿En qué pude fallar? ¿Bajé la guardia? ¿Cómo puedo mejorarlo para la próxima vez? ¿Qué puedo perfeccionar? Debéis ser agentes activos en vuestro proceso y no aquel alumno que se sentaba al final de la clase viendo pasar el tiempo sin hacer caso a su maestro. Hay que ponerse en primera fila, con las gafas bien limpias, el lapicero bien afilado y con la mayor ilusión del mundo.
Tu nueva vida te está esperando y no está dentro del zulo
Sal como sale el prisionero de su prisión
Aprende como aprende el niño con ilusión admirando todo el bello mundo que le queda por descubrir
P.M. Alles – Psicólogo y escritor del manual para dejar de fumar: Fumabook