Quiero dejar de fumar, por favor

El desconocimiento actual de los fumadores sobre su problema es total, por eso se hace tan difícil en tantas ocasiones dejar el tabaco. Hagamos un resumen.

Los fumadores poseen un cerebro adicto. Éste se caracteriza y se diferencia de los cerebros sanos principales en una cosa. EL CEREBRO ADICTO NECESITA NICOTINA. Es decir, se implanta una necesidad que, en este caso, es artificial (no está cuando nacemos, sino que aparece tras el consumo repetido de esta droga).

Para obtener su dosis de sta droga usa mecanismos que el cerebro sano dispone para satisfacer sus necesidades biológicas (como son la de comer, beber o dormir): si no las satisfaces, te hace sentirte muy mal. Así es, si no metes nicotina en el cerebro adicto, éste manda una señal de sufrimiento, lo que se conoce como Síndrome de la Abstinencia (Ansiedad, tristeza, ganas intensas de fumar, etc.). Este es el mecanismo que usa el cerebro adicto para obligarte una y otra vez, día tras día, a consumir “una nueva dosis”.

Tal y como ocurre cuando comes (que se quita el hambre) o duermes (que se quita el sueño y el cansancio), cuando fumas desaparece todo ese malestar. Es decir, desaparece el castigo de la abstinencia. La supresión de este castigo es interpretado por el fumador de una forma subjetiva como “algo placentero”, pues lógicamente dejar de sufrir. Ciertamente el cigarrillo no tiene el poder de aportar placer, aunque el fumador lo sienta así. Lo que realmente consigue es quitar el malestar que el cerebro adicto ha generado por culpa de fumar durante tanto tiempo cigarrillos. Por eso, cuando una persona no adicta (que no tiene esa necesidad que satisfacer) fuma, no disfruta nada, sino todo lo contrario, le parece repulsivo.

A partir de este momento, todo fumador se ve empujado a fumar una y otra vez para borrar ese malestar. Dado que fumar es muy peligroso para la salud, el fumador va a tener que generar inconscientemente una serie de razonamientos para continuar fumando a pesar de saber que le está restando salud, tiempo y dinero. Es desde este momento donde los fumadores se vuelven muy distintos entres unos y otros. En general se introducen en dos grandes grupos: los que no quieren y los que sí quieren dejar de fumar. En el grupo de los que no quieren dejar de fumar aparecen razonamientos de distinto tipo según el fumador que sea: “a mí me gusta fumar y eso es suficiente para no dejarlo”; “hay cosas peores que el tabaco”; “de algo hay que morir”; “si me hace daño ya tendré tiempo de dejarlo”; “cada uno hace con su vida lo que quiera”; etc. En el grupo que sí quiere dejarlo los razonamientos son de otra naturaleza: “yo no puedo dejar de fumar”; “me da miedo echarlo de menos toda la vida”; “no tengo fuerza de voluntad para aguantar el sufrimiento”; etc.

Cada fumador fabricará un argumentario que, con los años, se hará más sólido, más fuerte, haciendo que cada vez parezca más difícil dejar de fumar.

La gran noticia para el fumador es saber que, si se dejar de fumar, con el tiempo, la necesidad de nicotina va desapareciendo, regresando el cerebro sano, dejando de ser uno adicto. El tránsito no es fácil pero es totalmente accesible para cualquier persona si lo hace de la manera más adecuada. Esta manera supone tratar previamente esos razonamientos (que en Fumabook denominamos “creencias erróneas”), asumir una serie de estrategias para el momento de antes y de después de las recaídas, modificación de hábitos, instalación de nuevas actividades, y otras series de medidas que se recogen en el manual de Fumabook: el fin de una adicción. Además de este libro, dispones de un blog con más de 500 artículos en http://www.fumabook.com, un canal de YouTube y un grupo en Facebook de ayuda (“Dejar de fumar con Fumabook”) donde se recoge toda esta información.

Desde este mismo momento, lo que queda es tu compromiso al 100%, trabajo duro y ganas de salir de esta adicción. Tienes que ponerte con ello como si fuera uno de los proyectos más importantes de tu vida, porque realmente lo es. Recuerda que el tratamiento de las creencias erróneas es vital. Las personas que dejan intacta sus creencias suelen echar de menos el tabaco el resto de sus días, es decir, logran dejar de fumar, pero no superar la adicción, cosa que es muy distinta.

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