
Cada vez que al ser humano se le presenta un problema, es natural que intente buscar la causa y sus posibles consecuencias. A priori, el sustrato de una adicción a la droga parece pertenecer al ámbito de la neurología y la psicología, con lo que, ante un problema de adicción, lo usual es intentar comprender qué estructuras cerebrales han podido favorecer su aparición y, por otro lado, ser modificadas por el consumo prolongado de la droga y si esto es reversible, y qué componentes de mi psicología han podido favorecer el desarrollo de mi adicción y qué aspectos a este nivel han podido verse afectados con posterioridad. Resumiendo, es conocer si tengo predisposición fisiológica o psicológica a ser adicto, y si sufro cambios a estos niveles por el hecho de haberlo sido durante mucho tiempo.
A día de hoy, el conocimiento en la materia no es tan extenso ni profundo como para poder extraer datos concluyentes. En la adicción no solo intervienen factores fisiológicos y psicológicos, hay otros, como los sociales y culturales, que juegan un papel primordial. Así es, el significado de una droga en particular a nivel social, la influencia de su consumo en el ámbito laboral, familiar, el consumo por parte de otras personas en el entorno, etc… van a ser factores determinantes a la hora de valorar la adicción de una persona y a dificultad para superarla.
A día de hoy, la información de la que se dispone, puede servirle al científico para ayudar a seguir investigando en la materia y a ir probando distintos tratamientos (farmacológicos o psicológicos). Fuera de este ámbito, el sanitario y el científico, la poca información que se tiene puede suponer «una pistola en manos de un niño». El adicto que no logra dejar el consumo de la droga, inconscientemente, busca información que le ayude a comprender el porqué de su fracaso, es decir, que le sirva para compensar esa disonancia cognitiva que le sigue incordiando por el simple hecho de seguir consumiendo a pesar de saber que le está retando vida. De ahí el peligro que un fumador «se interese demasiado por la raíz de su problema».
Este es el motivo por el que un fumador puede defender a capa y espada que «fumar es un placer» por el mero hecho de que hacerlo favorece la liberación de dopamina; que un fumador piense que su adicción es incurable por enterarse que sus neuronas tienen mayor número de receptores nicotínicos que un sujeto que nunca ha fumado; o que su caso es irrecuperable por haber sufrido un trauma en la infancia…
Al fin y al cabo, disponemos de poca información, y si además la tomamos parcialmente, sesgándola y malinterpretándola, puede suponer un verdadero peligro.
Este es el motivo por el que Fumabook recomienda que el fumador se mueva a «nivel de usuario» en el tema; que comprenda que está sujeto a una adicción muy severa pero que tiene solución. Es muy importante no ahondar en aspectos técnicos que puedan dar leña al cerebro adicto (al Carcelero) para seguir convenciéndonos de que nuestro caso es un caso perdido.
No hace falta ser neurocientífico para comprender qué está haciendo la adicción en nuestras vida.
Parece que has escrito el artículo para mí!!! Ok. Convencida!!