
Cuando a una persona que está dejando de fumar, se le pasa por la cabeza fumarse un cigarrillo o volver a fumar de manera continuada, podemos asegurar que está sometido a un Golpe de Estado Cognitivo agudo, secuestro o bloqueo mental. En definitiva es una tormenta perfecta orquestada por las creencias erróneas que elevan al máximo los síntomas de la abstinencia y que derivan en una serie de creencias facilitadoras o permisivas que te «autorizan» a un nuevo consumo. Una vez instaurado este secuestro mental, cualquier consejo o argumentación externa que venga para convencerte de que no fumes, rebotará como una bala sobre un material blindado.
No es momento de decirle «no lo hagas, por favor», pues en ese momento el cerebro adicto no razona con claridad. Podremos quizás hacer que retrase la caída, pero evitarla… complicado.
Entonces, ¿qué hacer? ¿Rendirnos y fumar?
Primero, hay que tener muy claro qué es lo que hace que en esas circunstancias yo fume: el propio bloqueo mental. Entonces, MI OBJETIVO SERÁ REDUCIR EL SECUESTRO MENTAL a un nivel que me permita por mí mismo decidir no fumar. La clave no es que alguien te convenza que no lo hagas, sino debilitar el golpe de estado cognitivo.
Para ello, hoy te voy a proponer un ejercicio que te ayudará ante una situación en la que decidas volver a fumar: la «hoja de rescate». Puedes descargar el documento aquí:
Cumplimentar esta hoja es en sí un acto de consciencia que puede ayudarte a salir del secuestro mental. Supone comprometerte a rellenarlo cuando vayas a fumar, ya estés fumando o lo hayas fumado (cuanto antes lo rellenes mejor, sin lugar a dudas). Una vez lo tengas, se lo darás a la persona que hayas elegido como persona de confianza (pareja, amigo, psicólogo…). Siempre has de rellenarlo, aunque al final no lo quieras entregar. Ten una copia impresa siempre a mano… en casa, el trabajo, en el coche o en tu bolso… para que eso nunca sea un excusa.
Se entenderá que no pudieras evitar volver a fumar, pero que ni siquiera rellenaras tu hoja de rescate, será un reflejo de falta de compromiso contigo mismo.
Por cierto, la prevención de la caída con los cambios de hábitos, planificación de nuevas actividades y el diario personal, va primero. La hoja de rescate es el último recurso cuando todo ha fallado.