
Ya sabéis que uno de los aliados de la adicción es el aburrimiento o la inactividad. En numerosas ocasiones los fumadores refieren haber tenido una tarde horrible acordándose del tabaco. Cuando les pregunto, no es raro escuchar eso de «me llevé toda la tarde en el sofá dándole vueltas a la cabeza con el cigarrillo». En la fase de Preparación del PAPI dejamos muy clara la necesidad de estructurar nuevas actividades que movilicen nuestros recursos cognitivos, fundamentalmente en los momentos de inactividad. A los fumadores con una cartera muy reducida de hobbies y con poca iniciativa para impulsar una nueva actividad, les suelo recomendar cómo mínimo ir a pasear o correr cuando se aproxime una tarde larga y aburrida. En ocasiones, es frecuente escuchar eso de «me está costando mucho salir a la calle, hace mucho frío». A la persona se le olvida que cuando era fumador tenía la capacidad de resistir el frío y el viento con tal de poder fumar al comer o estar de copas en la terraza de un bar. Esto nos deja ver cómo funciona el sistema de justificaciones del fumador. Me recuerda eso de «para ir a misa estoy cojo, para ir a la taberna voy poco a poco». Lamentablemente, estamos dispuestos a resistir el frío para fumar pero no «para no fumar», y esta filosofía del mínimo esfuerzo se aplica a otras estrategias. Todo fumador debe saber que dejar de fumar implica ciertos sacrificios y no es cuestión únicamente de aguantar las ganas de fumar a base de fuerza de voluntad. Lo que diferencia a los vencedores es el conjunto de estrategias que aplican para que el nivel de fuerza de voluntad exigido sea inferior y así mucho más tolerable. De este modo, te deberás sacrificar en: regular el consumo de alcohol, trazar nuevas actividades, cambiar hábitos, evitar la inactividad, etc. En todo ello se encuentra la clave y no en esa forma de afrontar el reto como si fuera una mera prueba de resistencia.
Así que ya sabes, enfréntate al frío y a lo que haga falta si eso es preciso para dejar de fumar. No vale quejarse por quejar, siempre hay algo que hacer antes que hundirse en el sofá en un mar de lamentaciones.