
Siempre decimos que lo que caracteriza al fumador tipo I es la ausencia del deseo de dejar de fumar. No obstante, ante algunas situaciones, un fumador tipo I puede plantearse dejar de fumar por motivos distintos a los que suelen hacerlo los fumadores tipo II. Supone un deseo más superficial o menos auténtico, no tan profundo. Esta motivación puede ser:
– Todos sus amigos o el entorno social ha dejado de fumar y se ha quedado «solo», aislado como fumador.
– Una situación urgente de salud le obliga a dejar el tabaco.
– Sus familiares le han puesto un ultimátum para que lo deje.
– Etc.
Son situaciones en las que claramente la persona realmente no quiere dejar de fumar pero se ve obligado, forzado o empujado a planteárselo. Es decir siente que «tiene» que dejar de fumar aunque exprese que «quiera» lograrlo. Quiere dejar de fumar porque tiene que hacerlo. Mal comienzo….
Este tipo de fumador se detecta a simple vista porque intenta cuestionarte todo aquello que se dice en los talleres para dejar de fumar, o en los que en la terapia se empeñan en poner a prueba las herramientas del psicólogo y no las suyas propias frente su adicción; se dedican a cerrar todas y cada una de las puertas que el profesional intenta abrirle. En el grupo cuestiona o pone en tela de juicio los principales fundamentos de Fumabook, ya que se niega a renunciar a sus propias opiniones y dejarse aconsejar.
Todo esto nos recuerda la necesidad de, antes dejar de fumar, situarse en una posición ideal donde el deseo es real y motivado intrínsecamente sin influencia del exterior.
Recordamos que la meta de que un fumador tipo I se convierta en tipo II es más difícil que lograr que el tipo II deje de fumar. Si aún estás en la zona de fumador tipo I, aún tienes camino que recorrer antes de hacer un intento serio y productivo.