
Esto es de vital importancia. Imagina una escala de ansiedad de 0 a 10, donde 0 es no sentir nada de ansiedad y 10 una terrible sensación realmente insoportable.
Si alguien que deja de fumar puntuara, por ejemplo, su ansiedad en 8, deberíamos, aclarar que no procede íntegramente de la abstinencia física, es decir, esos 8 puntos de ansiedad no proceden de la simple ausencia de nicotina en tu cuerpo. A groso modo, haciendo una aproximación, sería más correcto asegurar que de esos 8 puntos, 2 o 3 proceden de la abstinencia física y el resto (5 o 6) de la manera en que la persona interpreta su nueva situación sin tabaco. Esto queda en evidencia cuando un fumador aún con el cigarro entre los dedos e inhalando humo cargado de nicotina siente ansiedad por el simple hecho de pensar que va a dejar de fumar al día siguiente. Hablamos de pensamientos que surgen (por ejemplo: ya no voy a disfrutar al salir a cenar sin tabaco) y que se construyen sobre una serie de creencias adictivas falsas (por ejemplo: fumar me gusta o me aporta placer). De esta manera, más que buscar un método para aguantar la ansiedad cuando ésta ya ha aparecido, deberíamos aplicar estrategias para prevenir esa ansiedad tan intensa. En este punto la Terapia Cognitiva es fundamental pues trata esas creencias erróneas y aportan un nivel de consciencia superior. Por otra parte, estrategias basadas en nuevas actividades que exijan mucha concentración o aporten mucha distracción (es decir, que usen muchos recursos cognitivos simultáneamente) van a ser muy útiles para dominar esa ansiedad residual que no se ha podido prevenir. En este punto es fundamental la Terapia Conductual.
La conjunción de ambas, la Terapia Cognitiva-Conductual es la clave avalada científicamente a la hora de lograr vencer al tabaco.
Fumabook te da todas las herramientas para lograrlo desde esta perspectiva. No dudes entrar en http://www.fumabook.com y conocer todo el material que ponemos a tu disposición.