
Los fumadores suelen estar cargados de muchas creencias erróneas relacionadas con el mundo del tabaco (fumar es un placer, el tabaco jamás se olvida, se deja únicamente con fuerza de voluntad, etc.). Algunas de estas creencias vienen determinadas por la sociedad, que nos las enseñan desde que somos pequeños. Otras, en cambio, son construidas por nosotros mismos, casi siempre buscando satisfacer el interés del cerebro adicto: seguir fumando y lograr así una nueva dosis de nicotina. Por eso, son muchos los fumadores que generan mucha resistencia ante las recomendaciones que le podamos dar a la hora de dejar de fumar. Un ejemplo es cuando le dices a un fumador que “no lo deje poco a poco”, sino de golpe, y éste argumenta que “cada fumador es distinto y que a él le va a venir bien disminuyendo la cantidad”.
Ésta es la razón por la que recomendamos a todo fumador “desnudarse” de todas sus creencias, opiniones o criterios que tenga establecidos sobre el proceso de dejar de fumar. Lógicamente esto no es fácil, pero al menos si que es posible que la persona no se aferre fuertemente a estas creencias, sino que se las cuestione y se abra humildemente a la posibilidad de estar equivocado y a recibir nuevas directrices que le ayuden en la consecución de este complejo objetivo.
Las creencias erróneas del fumador son como viejos harapos de los que necesitamos desprendernos. Antes de dejar de fumar, desnúdate de ellos y emprende un nuevo horizonte ante el descubrimiento de un conocimiento que te permita derrotar a tu adicción.
No todo lo que se dice sobre dejar de fumar es cierto, ni todo lo que tú crees es lo mejor para ti.