
Es lógico que si alguien espera un regalo de 100 euros y recibe 50, se decepcione; en cambio, si esperas 5, te llevarás una alegría. Eso exactamente ocurre al dejar de fumar. Hay quienes esperan un método que le quite la mayor parte de las ganas de fumar y el malestar, y cómo esto no existe, cuando ocurre, se desesperan, se frustran y se decepcionan. Otros, que no tienen altas expectativas, se llevarán una grata sorpresa al comprobar que el método les ayuda más de lo que podían haber imaginado.
Este fenómeno sucede también cuando alguien usa Fumabook para dejar de fumar. Si crees que leer un libro te va a quitar las ganas de fumar y los demás síntomas de la abstinencia, malo. Si lo tomas como una manera de prepararte adecuadamente para incrementar la probabilidad de conseguirlo y disminuir las probabilidades de recaídas, estás en el punto correcto.
Esto es un claro ejemplo que nuestras interpretaciones alteran la realidad. Para alguien, Fumabook puede ser maravilloso, para otro, un rollo sin pies ni cabeza. Tus expectativas lo determinarán todo, con Fumabook o con cualquier otro método que quieras seguir. Dependerá de ti más de lo que puedas imaginar, ya que según sean tus expectativas, te sentirás de una manera o de otras, y según esas sensaciones, decidirás seguir o rendirte antes de tiempo.
Los fumadores con expectativas elevadísimas van saltando de método a método siempre quedando insatisfechos: “he probado de todo, pastillas, parches, libros, etc, y nada… no lo consigo”. Creen que el fallo se encuentra en la utilidad del método, cuando realmente está en la manera de valorarlo en función de esas altas expectativas.
A la hora de dejar de fumar hay que ser muy equilibrado: ni esperar un milagro ni ser ultraescéptico.