A veces en la vida nos encontramos emocionalmente muy activados y motivados para lograr un sueño. Es como cuando nos proponemos aprobar una oposición para lograr alcanzar un puesto de trabajo en la Administración Pública. Son los momentos en que uno va lleno de ilusión a comprar los libros del temario, tan nuevos y relucientes con ese olor a papel sin estrenar; los rotuladores para subrayar, los folios, y corremos para apuntarnos a una academia para que nos ayude a aprobar el examen. Pero un día, varias semanas después, la situación cambia. Estás delante de miles de páginas, agotado, desanimado, cansado con la cabeza como una olla a presión… preguntándote si hiciste bien en empezar toda esa batalla que ahora te tiene agotado o agotada.
Al dejar de fumar suele pasar algo parecido. Nos imaginamos una vida sin tabaco, lleno de ilusión por dejar de machacar nuestro cuerpo. Nos compramos un libro, acudimos al médico o al psicólogo, vamos a la farmacia a comprar los parches o las pastillas que nos han recomendado, en fin, una infinidad de medidas para alcanzar el objetivo de vivir libres de tabaco.
Pero hay un día en que el fumador lo pasa mal y ya no siente esa motivación y esa ilusión que tenía antes de establecer la fecha. Son momentos en el que el cerebro adicto agudiza al máximo ese Golpe de Estado Cognitivo del que hablamos en el libro. Se produce una especie de secuestro mental en el que el fumador parece perder gran parte de su voluntad, de su nivel de consciencia. Se convierte en una marioneta movida por los hilos del carcelero, en todo lo que dice, en todo lo que hace, todo con el único propósito de alcanzar una nueva dosis de nicotina.
Entonces aparece esa situación en la que el fumador hace algo de lo que se prometió no llevar a cabo: comprar un vapeador, permitirse fumar de vez en cuando, rendirse y fijar una fecha para más adelante, etc. Son momentos en los que el fumador toma todas estas decisiones a solas, sin contar con su pareja, sin contar con sus amigos, sin su médico, sin su psicólogo… todo ello para evitar ser cuestionado por sus actos. No quiere que nadie le diga que lo está haciendo mal.
Ese secuestro mental lleva al fumador a hacer aquello que se juró no hacer, a decir aquello que prometió no decir.
Una vez lleve a cabo estas «conductas prohibidas» aparecerá la terrible CULPA y sensación de FRACASO. Pensamientos y emociones que dinamitarán nuestra autoestima, la percepción que tenemos de nosotros mismos, colocándonos en un lugar peor para el siguiente intento. Es el momento en el que el trabajo del Carcelero es impecable, habrá vencido y tú seguirás bajo su yugo administrándole su droga (APRENDIZAJE=0). Pensarás que tu caso es má especial, que tu adicción más dura, tus problemas más grandes, tus circunstancias personales o laborales más complicadas…TODO para justificar que has decidido rendirte, que has decidido no seguir luchando por curar tu adicción.
Es muy frecuente que durante este secuestro mental el fumador tome una solución intermedia: seguir fumando, pero mucho menos. Es una opción desastrosa que se toma para aliviar la culpa por seguir fumando, pues así parece que, al menos, esté perjudicando menos a su organismo. En esos momentos nos creemos que esa decisión puede ayudarnos…»¡Al menos estoy fumando menos que antes!…algo es algo…»
Tristemente he de decirte que tomar esta decisión es la peor de todas las posibles, pues tarde o temprano volverás a fumar mucho más pero con más culpa, menos autoestima y mayor engaño mental. Un auténtico desastre. (En este caso puede ocurrir que para protegerse de esa sensación de culpabilidad, se llegue a la increíble conclusión de que «me he dado cuenta que yo, realmente, es que no quiero dejar de fumar». No olvides que la Disonancia Cognitiva ha de ser resuelta, que peor manera que hacerlo dejando de ser un fumador tipo II para convertirse en uno tipo I).
El fumador debe comprender que tiene que elegir entre fumar y no fumar, y una vez se decida de una forma adulta y madura, llevarlo a cabo asumiendo toda la responsabilidad. No debes adoptar esa situación intermedia donde intentas complacer a tu adicción y a tu conciencia a la vez, eso no vale. Fumar poco o de vez en cuando te terminará derrotando.
Aquí la actitud es fundamental. Si adoptas la postura de víctima indefensa dominada por los síntomas de la abstinencia, terminarás en esta situación. Si optas por enojarte con la adicción, por negarte a caer en sus engaños y sus trampas, vencerás. Esa actitud cuenta desde el primer segundo. No vale con querer vencer a la adicción cuando ya te encuentras fatal, hay que ponerse a trabajar desde el primer indicio de que la cosa se está torciendo.
Y recuerda cumplir con todas las recomendaciones de Fumabook, si en algún momento decides volver a fumar, has de ser tú el que baje a la tienda y compre el paquete de tabaco. Que nadie vaya por ti, que nadie te lo suministre gratuitamente. Tú has de ser el responsable de tu vuelta al tabaco. Recuerda también ponerte en contacto con aquellas personas que han tendido la mano para ayudarte: tu amigo, tu hermano, tu psicólogo, tu grupo de Fumabook. No vale con avisar después, tienes que avisar justo antes de que sueltes el dinero para comprar una nueva cajetilla.
Después de 5 meses y medio me ha pasado que tras una salida y tomar alguna bebida, he vuelto a pensar en fumar, gracias a que me hice la pregunta de fumar o no fumar? Y me dije: si he podido llegar hasta aquí…puedo seguir así
Muchas gracias!!!