
El peligro de fumar un cigarrillo cuando uno está dejando de fumar no habita en el propio cigarrillo. La clave de todo radica en cómo tu gestiones e interpretes ese error.
El Carcelero vive durante muchos meses esperando con ansias algún momento de vulnerabilidad para que sucumbas a la tentación y te enciendas uno. Pero, en ese momento, si te lo fumas, este ser astuto no queda tranquilo, pues sabe que fumar un cigarro no tiene el poder de lograr que tú vuelvas a darle su dosis de droga de forma permanente. Él se centra en tus sentimientos, sobre todo en los de Culpa. De esta terrible culpa nacerán pensamientos de arrepentimiento y otros que podrán evaluar tus capacidades como insuficientes y tus esfuerzos como infértiles (¡todo el esfuerzo para nada!). Todo ello dirigido a que te sientas como un fracasado y vuelvas a fumar de una forma ininterrumpida.
Cuando el Carcelero comprueba que te sientes mal, con culpa y hundido en la miseria es cuando siente satisfacción y se frota las manos, pues sabe que ya estás más cerca de atraparte de nuevo.
Por eso, si algún día te fumas un cigarro de forma aislada porque sientes que no lo has podido evitar, evita la culpa, céntrate en absorber el aprendizaje y comprométete a que no vuelva a ocurrir nunca más. No pidas perdón, no sientas culpa y no empieces de cero: EL APRENDIZAJE ES ACUMULATIVO.
¡PERO CUIDADOOOO!……
Este tipo de errores se pueden aceptar como un suceso aislado y único. Si ocurre de vez en cuando, lo mejor es que vuelvas a fumar con normalidad, te prepares mejor y fijes una nueva fecha en la que los cigarros no tengan cabida.
Gracias.