
Por mucho que queramos animar a un fumador que no se atreve a poner fecha, que ha sufrido una caída o presenta alguna dificultad, si el consejo no es correcto podemos hacerle más mal que bien.
En la vida de un fumador se presentan ocasiones más proclives para dejar de fumar, o al menos así lo siente la persona. Es como un número limitado de cartuchos o balas, por eso no hay que desperdiciarlas inútilmente.
Algunas veces encontramos a alguien que ya viene cansado de intentarlo y con pocas balas en la recámara.
Las personas que aún fuman o lo han dejado de hace muy poco tienen mayor probabilidad de dar un mal consejo y contribuir a que esa «última bala» se malgaste para nada.
Por eso, aunque tengas muy buenas intenciones debes ser muy prudente a la hora de aconsejar al fumador que lo está dejando o está en proyecto de hacerlo.
La adicción a la nicotina es una enfermedad muy seria que no se trata con sentido común o consejos procedentes de la propia experiencia.
¡No se la juegues!
A priori, ningún fumador debería aconsejar a otro, pues está aún bajo el yugo de la adicción.