La Libertad que no ve el fumador

– Miguel, hoy domingo está el estanco cerrado, así que antes de ir a almorzar con los amigos tenemos que parar en la gasolinera a comprar tabaco. Solo nos queda uno, así que tendremos que compartirlo ahora para el desayuno.
– ¿Solo uno? No me vale, voy a acercarme a la gasolinera un momento. ¿Me das dinero? Yo no tengo.
– Hay que sacar, toma la tarjeta.
– Pero es que el cajero que no nos cobra comisión está muy lejos. ¡Joder! ¡Sandra!
– Haber comprado tabaco ayer cuando te dije.
– Pensé que nos daría para el desayuno.
– ¡Qué va! Ayer viendo la película se nos fue la mano. ¿Busco a ver si tengo alguno suelto por el bolso?
– No, ya miré yo hace unos días. Pues yo no voy a ir hasta el cajero.
– Pues tu dirás.
– Voy al cajero de abajo y pago los 4 euros de comisión, paso de ir más lejos.

…. 20 minutos después…

– ¿Compraste?
– ¡No! La gasolinera tenía la máquina rota. Lo llego a saber y no saco dinero, vaya robo.
– ¿Qué vas a hacer?
– Mira, fúmatelo tú. Yo no tomaré café y listo.
– ¿No vas a desayunar?
– No, me tomaré mejor el café luego en un bar con un cigarro. Paso de desayunar sin tabaco.

… Tres horas después….

– Llegamos tarde, ni me he tomado el café ni he fumado. Y no paro de dar vueltas con el coche ¿Nadie vende tabaco en esta maldita ciudad?
– Ahí, Miguel, para.

…. la pareja por fin llega al restaurante con tres cajetillas de tabaco…

– Sandra, ve pidiéndome una cerveza mientras me fumo un cigarro fuera.
– Date prisa, que ya están sentados desde hace media hora.
– Mejor tráeme la cerveza aquí y me fumo otro, que dentro no se puede fumar y paso de beberme la primera sin tabaco.
– Es verdad. Pues espera, me pido otra también y así me fumo uno también con la cerveza. Por cinco minutos…

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