Desde que la Ley antitabaco prohibió fumar dentro de los restaurantes, no es extraño ver cómo los fumadores hacen lo posible para que sus amigos reserven mesa para cenar en la terraza al aire libre para poder así fumar.
Cuando esto no es posible el fumador suele tomar varias estrategias como son: tomarse primero un par de cervezas mientras fuma en la puerta del bar, salir fuera entre plato y plato, salir a hacer una llamada para fumar mientras habla…
Aquí no queda todo, el fumador hará lo posible para que la sobremesa, los postres o las copas donde se extienda el resto de la noche se haga en la terraza de otro bar donde poder fumar «libremente».
Mientras ese momento llegue, el fumador podrá tener la sensación de no disfrutar plenamente de las comidas y bebidas que ingiera, encontrándose ansioso por terminar, salir y fumar.
Esta realidad ocurrirá aunque haga frío o calor extremo, llueva o el viento sea insoportable.
Prácticamente podremos decir que la posibilidad de fumar estará por encima de todo, de la calidad de la comida, la profesionalidad del camarero o lo interesantes que puedan ser las conversaciones con el resto de comensales.
Hay casos más extremos donde no hay posibilidad de salir repetidamente a fumar, como en comidas de empresa de gran importancia. En estos casos, el fumador se siente bastante fastidiado. A veces prefiere ni ir a estos a eventos en los que sabe que va a estar 4 o 5 horas sin fumar.
A pesar de todo esto, algunos siguen convencidos que fuman por placer y por que lo hacen libremente.
Un primer paso esencial es asumir que uno está sometido a una terrible adicción
FUMABOOK 