Imagina que sales como voluntario para hacer un truco de magia. El mago te da a elegir una carta que tiene que adivinar. En uno de los giros de la baraja logras darte cuenta que todas las cartas son iguales, «cinco de corazones». No obstante, decides seguirle el juego, tomas una y compruebas cómo él acierta con los ojos cerrados ante el aplauso del público.
Tú, con una sonrisa amplia en la cara, vuelves a tu asiento y le susurras a tu acompañante que has visto el truco y que el mago es bastante malo.
Al instante, compruebas cómo el público empieza a reírse mientras mantiene la mirada sobre ti. En ese momento el mago toma el micrófono y te pregunta sobre tu reloj, tu cartera y tu cinturón. No lo puedes creer, el truco de magia no era adivinar tu carta, sino desvalijarte sin que te dieras cuenta.
Esto mismo sucede cuando le decimos a los fumadores que están sometidos a un poderoso engaño. Todo fumador está convencido de que ve y es consciente de su engaño. La verdad de todo esto es que una trampa que es visible no tiene la capacidad de generar un engaño (como al ver que toda la baraja eran el cincos de corazones). El engaño que sostiene una adicción esta sustentada por trampas que NO SON VISIBLES para ti, de ahí la importancia de adoptar una postura humilde en el que uno reconozca que está a merced de una manipulación ejercida por la droga sin tener ni libertad de decisión ni conciencia de ello.
Para que te sea más fácil dejar de fumar has de llevar a cabo una exhaustiva exploración para detectar tus puntos ciegos. Allí hallarás tus creencias erróneas más importantes.