Ya hemos comentado innumerables veces que los pilares que sostienen la gran estructura de la adicción son las creencias erróneas que alivian o suprimen la disonancia cognitiva que aparece en el fumador. Si tuviéramos que elegir cuál es “el pilar madre” o el gran soporte donde reposa gran parte del “edificio de la adicción”, en la mayoría de los casos, sería la concepción que se tiene de fumar como un verdadero Placer.
En efecto, una gran mayoría de fumadores interiorizan muy profundamente la idea de que fumar es un placer o es algo que gusta. Esta idea está profundamente equivocada, y corregirla es un primer paso muy importante si quieres dejar de fumar. Para ello, en el libro Fumabook explicamos por qué fumar no es un placer con el ejemplo del “banquete en la boda y el senderista”. En efecto, cuando la droga entra en contacto con nuestro cerebro, una nueva necesidad antes inexistente aparece. Hasta el momento teníamos que comer, beber y dormir. A partir de ese momento el sujeto también deberá fumar una y otra vez para satisfacer esa nueva necesidad. La gran noticia es que, esta necesidad, si se deja de satisfacer por algún tiempo, desaparece.
El cigarrillo no tiene la capacidad por si sola de aportar placer, si no hazle probar uno a alguien que nunca ha fumado, solo sentirá mareo, náuseas, tos, mal olor y sabor… La droga que tiene el tabaco tiene que hacerse primero imprescindible. Así es, el cigarrillo crea una especie de “vacío” en el interior de tu mente para sentirse útil e imprescindible. La nicotina es como una fregona cuya mitad está limpia, y al pasarla en una dirección, desinfecta, y con otra sucia que mancha lo que acaba de limpiar. Es como un técnico que acude a tu hogar para reparar una avería de un electrodoméstico, pero antes de irse te lo vuelve a romper. Es un auténtico círculo vicioso que tú puedes interrumpir si dejas de fumar.
www. fumabook.com