Hoy volvemos de nuevo al Cine para hablar sobre un tema relacionado con el tabaco. Esta vez vamos a tratar la película Cast Away («Náufrago» en España) de Tom Hanks. El protagonista, tras sufrir un accidente de avión, termina solo en una pequeña isla desierta.
Uno de los elementos que iba en el avión, era una pelota blanca de la marca «Wilson». Ésta aparece en la orilla junto a otras cosas. En una escena, Tom Hanks se daña la mano y deja su huella ensangrentada con forma de rostro humano sobre la superficie de la pelota. Día a día, el protagonista forja una «relación» con la pelota, a la que le habla como si fuera una persona, satisfacciendo así esa necesidad social que guardamos todos dentro.
Al cabo de los años, el náufrago decide construir una pequeña balsa para tomar rumbo a casa. Durante el trayecto, Tom está débil, desnutrido y deshidratado. Mientras duerme, a la deriva por el inmenso océano, la pelota, su querido amigo Wilson, cae de la balsa y comienza a alejarse. Cuando el protagonista se da cuenta, ya está demasiado lejos, lo intenta, pero retrocede. Sabe que si nada hasta Wilson, perderá su balsa y morirá sin remedio. Tom Hanks, al ver que nada puede hacer, llora, se lamenta y grita reieteradamente «que lo siente». Aquel trozo de cuero y goma que tanta compañía le había otorgado, desaparecía para siempre de su vida.
Visto así, como lo cuento, no parece tener mucho sentido, pero cualquier que ha visto la película ha podido sentir la tristeza, incluso las ganas de llorar al ver la pérdida del señor Wilson. Tom había construido una fuerte dependencia psicológica con aquella «humanizada pelota».
Tal y como le ocurre a Tom Hanks, el fumador siente pena y sensación de que pierde algo importante cuando comienza a dejar de fumar. Igual como le ocurre a él, en la vida a veces hay que desprenderse de cosas que aunque añoremos al principio, necesitamos ignorar por nuestro bien. Hay muchos fumadores que sienten tristeza y ganas de llorar con solo imaginar su vida sin tabaco.
Tal y como un día llegó el cigarro a nuestra rutina, se puede ir. Por mucho «juego psicólogo» que quiera meterte la adicción en tu cabeza, tú puedes liberarte. Como le pasaba al señor Wilson, el cigarro no deja de ser algo material, un montón de porquería venenosa, tóxica y adictiva metida en un absurdo cono de papel que quiere controlarte la vida. Una vez se aleje de ti, podrás poner de nuevo rumbo hacia la libertad en un inmenso océano de felicidad y cosas buenas.