Dentro del mundo de la adicción al tabaco, quizás ésta sea de las afirmaciones con la que esté más en desacuerdo. Es una frase que aúna muy bien la parte más negativa de la adicción, la restricción permanente de libertad.
Supone resumir en pocas palabras que todos tus errores como fumador jamás serán perdonados. No se puede ser más cruel con la persona que fuma, pues se le restringe cualquier forma de olvidar o superar su época como fumador y poder empezar desde cero.
A pesar de todo esto, son muchos los que siguen creyendo en la veracidad de esta patraña. Es el sambenito que tiene que arrastrar todo aquel que ha sido fumador durante algunos años de su vida. Pareciera como si habláramos de una maldición o un conjuro: “El que ha sido fumador lo será para toda la vida”. Sólo nos faltaría por escribir: “eternamente tuyo”. ¡Qué barbaridad!
Pero, ¿cómo podemos permitir semejanza falacia? ¿Dónde queda el aprendizaje? ¿Dónde queda esa enorme y bestial capacidad del ser humano que tiene para cambiar y adaptarse a su entorno? El Aprendizaje es una de las claves fundamentales de fumabook. Aunque hayamos sido fumadores durante muchos años, podemos aprender a ser no fumadores. El término “exfumador” es una lacra con la que tiene que vivir cualquier fumador que quiere cambiar de horizonte.
Ya sabemos los prejuicios que solemos tener con los demás y con nosotros mismos. ¿Cómo mira la sociedad a una persona que ha estado en la cárcel, un “expresidiario”? El ser humano tiende a eliminar inconscientemente el “EX”, y ver solamente el “-presidiario”. ¿No tiene derecho, aquel que incumplió la ley y pagó por ello, a empezar desde cero sin que aquello le cierre puertas a iniciar una nueva vida?
Una vez que pagas tu delito con la sociedad, ya eres libre a todos los efectos. Cuando apago mi último cigarrillo, ¿por qué no puedo ser un No-Fumador? ¿Por qué tengo que ser un fumador para toda la vida? Sólo nos sirve para frenarnos, para coartarnos, para limitarnos, para hundirnos, para que no podamos lograr nuestro objetivo…
¿No hemos demostrado la gran capacidad que tenemos para cambiar a lo largo de nuestra vida? Asumimos roles de hijos, de hermanos, de estudiantes, de padres/madres, de abuelos, en un trabajo, en otro, ante la adversidad, ante problemas de salud o económicos.
Hay personas que sufren un efecto devastador en su salud con consecuencias verdaderamente limitantes y son capaces de reiniciarse con un nuevo papel en el mundo, convirtiendo sus limitaciones en nuevos retos y oportunidades… ¿y quieren hacernos creer que no podremos ser eternamente libres sin tabaco?
El fumador no solo tiene que luchar con aquellas creencias erróneas que genera la adicción y que hemos comentado en el libro y en otros post, también tiene que “soportar” con todas esas supuestas verdades que la sociedad elabora a modo de leyes universales sin ningún rigor y que lo único que consiguen es entorpecer la solución ante el problema del tabaco. No olvidemos que estamos ante un problema eminentemente social. Muchas veces decimos lo contraproducente que pueden llegar a ser las «reuniones de Carceleros», donde se convencen unos fumadores a otros con argumentos sesgados por la adicción sobre la imposibilidad de ser libres de una vez y para siempre.
Por ello afirmamos que se puede vivir en total libertad sin pensar ni echar de menos el tabaco. Otra cosa muy diferente, y no hay que confundirlo con esto, es la predisposición con la que queda el cerebro del que ha sido fumador a recaer súbitamente en las manos de la adicción ante un nuevo contacto neurona-droga. Pero cuando uno alcanza la plena libertad, logra comprender que ese contacto ya no es necesario, por eso uno «no es fumador para toda la vida» si se lo propone. Hay que tener muy claro esta diferencia.
La clave de todo está en comprender que fumar no puede gustar ni aportar ningún placer. La droga lo que hace es satisfacer una necesidad impuesta por el Cerebro Adicto, que te obliga a administrarte droga de vez en cuando. Si dejas de fumar por completo, con el paso de los meses y años, está necesidad se va reduciendo muy poco a poco hasta quedar eliminada en su totalidad. Es en ese momento cuando la persona comprende que no es cuestión de saber si superaría o no la prueba fumarse un cigarrillo, es decir, nuestro objetivo no es convertirnos en seres inmunes frente a la droga, NO, nuestra meta es no tener que necesitarla. En ese punto que más da ya saber que sucedería si mi cerebro entrara en contacto nuevamente con la nicotina, en ese momento ya no sería relevante.
El que ha sido persona libre, puede volver a serlo para toda la vida
El tabaco es una piedra en el camino que podemos apartar de una forma definitiva
P.M. Alles – Psicólogo y escritor del manual para dejar de fumar: fumabook