Saludos para todos los miembros del grupo de Facebook “fumabook-grupo”. Hoy quiero tratar un tema que me parece de vital importancia. Intentaré no extenderme demasiado, aunque no tengo más remedio que hacerlo.
Hay muchos de vosotros que, llegado el día de apagar vuestro último cigarro, sentís un gran malestar y una gran desesperación que os hace irremediablemente encender un nuevo cigarrillo. Supongo que os estaréis preguntando “¿qué os ha podido ocurrir para sufrir semejante malestar que, de un plumazo, os ha derribado todo ese mar de ilusiones y esperanzas que habíais construido días antes?”.
Dar respuesta a esta pregunta es fácil, comprender la respuesta es una tarea muy complicada. El cerebro del fumador no permite una correcta interpretación de las posibles explicaciones que se puedan dar a esta cuestión. No es una debilidad o una incapacidad personal, es producto del control mental que ejerce la sustancia adictiva sobre la persona que fuma y que os manipula todo argumento que vaya contra el consumo de tabaco.
Cuando os proponéis fijar una fecha, por mucho miedo o inquietud que sintáis, aún tenéis nicotina en sangre (la comida preferida del Carcelero). Por ello, la adicción está calmada y os deja vivir con tranquilidad. Es justo cuando empiezan a acumularse las horas sin fumar, cuando la bestia se despierta y comienza a expresar con la máxima crudeza ese “golpe de estado cognitivo” que hablamos en el libro. Angustia, tristeza, desesperación, ganas de llorar, y una visión muy catastrofista de nuestra vida presente y futura son síntomas habituales que podéis llegar a sentir. Muchos son los que, ante semejante tsunami de emociones negativas, retrocedéis y volvéis a fumar. “No imaginabais que esto iba a ser tan duro”.
Es cierto, con lo años, la adicción se hace más fuerte, y lo que en la juventud parecía un tránsito más o menos superable, ahora es una prueba realmente desagradable. Con todo esto no os quiero desanimar, ni mucho menos. Pero si creo en el derecho a ser sincero y contar la verdad. Ya el fumador está bastante engañado para seguir contándole patrañas y falsas ilusiones. Dejar de fumar cuesta, y mucho. Por eso quiero adelantar a esas personas que estáis a punto de empezar, el escenario con que “podéis” encontraros. Tenéis que estar preparados para lo peor. Si después no están fiero el lobo como lo pintan, pues mejor que mejor, pero que al menos no os coja desprevenidos.
Tenéis que estar muy preparados, con vuestras nuevas actividades planificadas, con vuestro diario personal empezado, con vuestro entorno cercano avisado y con toda la energía del mundo. Comenzaremos desde el minuto uno como vencedores, y no como vencidos. ¿Quién había dicho que iba a ser fácil? Dijimos que era posible, seguro, accesible para todos, pero con trabajo, lucha, sacrificio y sufrimiento, nunca gratis. Así es como se consiguen los grandes hitos de la vida. Nada que nos puedan regalar os merecerá tanto la pena.
Otro aspecto que os quería comentar y que he escrito en otros posts del blog y del grupo de Facebook, es la necesidad de no seguir las normas del juego del Carcelero. ¿A qué hago referencia? Me explico. Para entretener la mente podemos hacer cualquier cosa (tomar chicles, pasear, cantar karaoke, echar una partida de cartas, etc…) menos jugar a la partida del Carcelero. ¿Cuáles son los principales síntomas de que uno sigue jugando al juego de este monstruo?
-Voy a dar una calada y mañana empiezo otra vez.
-Me voy a guardar un cigarro por si acaso.
-Voy a comprar nicotina (chiches, parches, etc…) para llevarlo mejor
– Voy a fumarme solo uno, porque mi hijo ha estado hoy enfermo y me he puesto nervioso
– Mejor empiezo la semana que viene, etc.
Cualquier pensamiento que elaboréis que suponga introducir nicotina en el cuerpo, es resultado de la manipulación mental que te ejerce el Carcelero… ¡No hay más! No importa que te parezca un argumento bien respaldado o completamente lógico, la adicción te lo hará creer así, pero no es cierto. Nunca está justificado seguir metiendo droga en el cuerpo. La nicotina es una droga, da igual por donde la metamos, si es inhalada, masticada, absorbida por la piel con el uso de parches, etc. No nos engañemos, nuestra finalidad es parar el consumo de esa droga, independientemente de por dónde nos la administremos.
Imaginemos que vamos a hacer puenting. A medida que llega el día estaremos más nerviosos. Cuando nos pongamos el arnés, empezaremos a sentir más temor. Y cuando nos coloquen en el borde del precipicio, sentiremos un pánico que nos hará retroceder, elaborándose frases del tipo: no voy a poder, me voy a matar, me voy a desmayar, me voy a cagar y mear encima, etc… Ante el miedo, nuestra mente nos hace creer lo que sea con tal de no llevar aquello que nos produce ese mismo miedo.
Como podéis comprobar, no todo es color de rosa en Fumabook, pero manejamos la Verdad, y ésta, a veces, puede dolernos o no gustarnos. Ciertamente podemos enojarnos ante este post, pero no podemos maquillar la realidad. No creo que el fumador merezca más engaños y más eslóganes del tipo “deje de fumar en 90 minutos y sin esfuerzos”. No creo que sea justo seguir jugando con la esperanza y con la vida de las personas.
Debes luchar para crecer como persona
Ése es el verdadero camino para vencer a la adicción
P.M. Alles – Psicólogo y escritor del manual para dejar de fumar: Fumabook