El método Pinocho es antiguo, pero se habla muy poco o nada de él.
En el mundo del tabaco encontramos a dos tipos de fumadores que son más habituales de lo que uno puede llegar a pensar:
- El fumador o fumadora que es continuamente regañado e increpado por su pareja cada vez que fuma o huele a tabaco. Llamémosle el fumador vigilado, pues continuamente está bajo sospecha de haberse fumado algún cigarrillo a escondidas.
- El fumador o fumadora que ha prometido dejar de fumar a su pareja e hijos y teme decepcionarles. A éste le llamaremos el fumador arrepentido, ya que desearía no fumar para hacer feliz a sus familiares, pero está convencido de que le «gusta» fumar o le cuesta dejarlo y por ello continúa haciéndolo en secreto.
El fumador vigilado tiene una vida muy estresante, pues al llegar a casa se ve obligado a pasar por la ducha, limpiarse los dientes o cambiarse de ropa. Normalmente tiene repartidos estratégicamente chicles y caramelos mentolados por su coche, trabajo y zonas secretas del hogar.
Igualmente, suele disponer de cajetillas de tabaco ocultas por varios escondites. Son muchas las veces que debe tirar a la basura paquetes prácticamente enteros para eliminar la prueba del delito. Normalmente, esta circunstancia suele terminar en broncas y peleas, ya que siempre hay algún momento en que es pillado o delatado por una tercera persona. Suelo encontrarme este caso más en los hombres.
El fumador arrepentido no tiene a nadie que le vigile, él mismo es el que se impone las restricciones. Divulga en su entorno social la magnífica noticia de que ya está libre de tabaco, pero en su interior vive un sentimiento de culpa y arrepentimiento atroz por fumar a escondidas de sus seres queridos con el único objetivo de no defraudarlos. Suelo encontrarme este caso más en las mujeres.
Tanto en el fumador vigilado como en el fumador arrepentido, se pone en marcha el Método Pinocho. Es un método en el que, para todo el mundo, consigues 100% dejar de fumar, menos para ti. ¡Mientes a todo el mundo! Te hace vivir en el engaño y en la clandestinidad, alimentando a la adicción, vendiendo tu alma al tabaco, a cambio de entregar a precio de saldo la confianza de aquellos que más te quieren y aprecias. El método Pinocho también se puede aplicar parcialmente, diciendo que fumas menos de lo que realmente haces para no defraudar, preocupar o cabrear a los demás.
Las mentiras separan, alejan y enfrían las relaciones. Da igual si eres vigilado o arrepentido, tu familia preferirá mil veces más que seas un fumador reconocido y sincero, a ser un fumador mentiroso. La adicción nos lleva al punto de mentir a nuestras familias y amigos, y lo que es más importante, a nosotros mismos, dejándonos en una situación difícil de la que tarde o temprano debemos salir, o bien voluntariamente o porque nos destapen el fraude.
En un caso u otro, decepcionarás a los tuyos. Ser fumador es nocivo para la salud y te priva de libertad, pero no justifica que tengas que engañar o mentir a nadie. Te tienen que querer tal y como eres, con cigarro o sin él.
Esconder los problemas bajo la alfombra es el mejor método para no solucionarlos y empobrecer así tus relaciones
Cuanto antes te abras, antes lograrás ser feliz
P.M. Alles – Psicólogo y escritor del manual para dejar de fumar: Fumabook