Uno de los obstáculos con que se suele encontrar la mayoría de los fumadores es uno mismo. Siempre intentamos explicar por qué no conseguimos dejar de fumar a través de nuestras propias capacidades o circunstancias personales:
“No tengo fuerza de voluntad; soy muy depresivo; suelo tener mucha ansiedad; necesito fumar para mantener mi ritmo de trabajo; tengo baja la autoestima y fumar me la refuerza; me ayuda a relacionarme con los demás; etc…”
El problema de todo esto es que cuando intentamos «atacar» al tabaco, realmente nos estamos atacando a nosotros mismos y todas esas capacidades y circunstancias personales que nos rodean. Dirigir una ofensiva hacia nuestra propia persona es un problema, y por ello solemos fracasar a la hora de intentar dejar el tabaco.
Tal y como explicamos en el libro Fumabook, es preciso comprender y entender la verdad sobre la adicción. Nuestro cuerpo nació limpio y libre, no necesitaba ni del humo ni de su nicotina para ser feliz. Hubo un momento en tu vida (ya no importan las circunstancias) en que decidiste ponerte un cigarrillo entre los labios y succionar. A partir de ese momento, el mecanismo de la adicción se puso en marcha y comenzó a consolidarse en tu cerebro durante meses y años, cigarro tras cigarro, calada tras calada.
Construyó en ti una necesidad más, como es la de comer, beber o dormir. Cada día, tras despertar, tu adicción te recuerda que debes encenderte un cigarro y fumártelo. Te coacciona a hacerlo con el café, trabajando, comiendo, bebiendo, tras tener relaciones sexuales, te hace salirte del cine o el restaurante, te mina tu salud, tu bolsillo, te hace tener mal olor, y lo que es peor, te tiene encadenado y preso como nunca nadie lo había hecho contigo antes.
Es de vital importancia entender a la adicción como algo externo que ha llegado a tu vida. No pertenece a ti. Ha venido a controlarte, a someterte, a enfermarte, a matarte, a robarte, y lo más grave, a aniquilar tu voluntad para dejar de hacerlo, sumergiéndote en un mar de miedos y sufrimientos. Sí, es cierto, dejar de fumar da miedo y te hace sufrir. Por ello, fumabook da nombre y forma a la adicción dándote a conocer la figura del Carcelero (el personaje que utilizamos en el libro).
Él es el responsable de que sigas fumando y de todo lo demás que viene detrás. A la hora de dejar de fumar debes pensar en él como la persona que te induce las ganas de fumar y los pensamientos que respaldan la decisión de seguir fumando. Él manipula tu cerebro, lo que piensas y lo que dices. En el libro explicamos la adicción al tabaco a través de la metáfora de “el zulo y el Carcelero”.
Cuando dejes de fumar, no pienses en tus capacidades ni en tus problemas personales. No te centres en esa “hambre de fumar” y en ese malestar. Piensa solo en él, en el personaje del Carcelero que trata de asustarte y de manipularte una y otra vez para que no le abandones. Te induce miedo, temor a una vida sin tabaco. Te hace sentir como un siervo que se arrastra para complacer a su amo. Cada vez que te sientas superado, no te culpes a ti, cúlpale a él. Enfádate con el Carcelero, atácale y verás que fácil es derrotarlo.
Hay un huésped en tu cuerpo que te está absorbiendo tu salud, tu dinero y, sobre todo, TU LIBERTAD
Expúlsalo de tu vida
P.M. Alles – Psicólogo y escritor del manual para dejar de fumar: Fumabook