Que alguien haya fracasado en el amor, no significa que el amor no exista o que tú no tengas la oportunidad de enamorarte. Con el tabaco pasa lo mismo: que alguien no crea que sea posible dejar el tabaco o no lo haya conseguido, no significa que tú no puedas hacerlo.
Al igual que hay personas que idealizan a una antigua pareja y no consiguen olvidarla, hay personas que idealizan al tabaco y eso les impide eliminarlo de sus vidas. Cuando alguien sufre una ruptura amorosa debe pasar por un duelo, una digestión que le facilite asumir dicha pérdida. Hay personas que no superan ese duelo y eso les lleva a no olvidar a esa pareja en muchos años o, incluso, toda la vida. Que una persona no consiga olvidar a un antiguo amor, no significa que eso sea lo normal o que tú tampoco puedas hacerlo. Lo habitual es superarlo y rehacer una nueva vida solo o acompañado.
Cuando una persona no consigue olvidar al tabaco, no significa que el tabaco sea algo inolvidable o insuperable, más bien que hay un fallo en la forma de dejarlo. Eso mismo explica que el hecho de que yo no olvide a una antigua novia, no significa que ésta sea la mejor mujer del mundo, más bien que no estoy procesando correctamente la separación. Somos humanos y muchas veces magnificamos los sentimientos que tenemos por algo o alguien que realmente, en el fondo, tampoco merece tanto la pena. A veces nos atrapamos en personas que son completamente inapropiadas para nosotros (que no nos valoran, que nos desprecian, etc).
Si tuviéramos la libertad de poder continuar con la persona deseada, más de uno hechizaría a su antiguo novio o novia en contra de su decisión para que le siguiera amando. Desgraciadamente, el cigarro no tiene boquita para dar su opinión y marcharse, todo lo contrario. Tan solo tienes que ir a la tienda y comprar tabaco para que éste vuelva a tu vida y así te ayude a interrupir ese incómodo duelo. Es la maldita disponibilidad de la droga, esa posibilidad de volver con nuestro ex todas las veces que haga falta y así convertirlo en una relación tortuosa (lo dejamos, volvemos, lo dejamos, volvemos…)
Por ello, con el tabaco, como en el amor, hay que decir un adiós para siempre y en contra de lo que nos dicte el corazón. Sufriremos, lo pasaremos mal, le echaremos de menos, pero un día desaparecerá de nuestra memoria.
Hay quienes, tras una ruptura, se regocija en la porquería una y otra vez, leyendo antiguas cartas, viendo fotos de ambos, y pensando continuamente cómo hubiera sido su vida junto aquella persona. ¿Qué se suele aconsejar en estos casos? Salir a la calle, divertirse y conocer gente nueva. Pues con el tabaco igual, si te quedas en casa refunfuñando o repitiendo lo mal que se está sin fumar, y recordando lo tranquilito que se estaba con el cigarrillo en la boca, nunca lo superarás. No puedes lamentarte continuamente con lo mal que se está sin tabaco.
No es buena estrategia idealizar al tabaco y, mucho menos, a tu vida con tabaco, así nunca lo conseguirás. Debes saber que tu vida será mejor sin él, aunque en este preciso momento no lo veas con claridad.
Por todo esto, la pareja que nos deja, muchas veces nos está haciendo un favor, nos obliga a eliminar algo que no nos conviene. Ojalá fuera el tabaco el que nos dejara a nosotros, pero eso no es posible. Depende únicamente de ti.
Hay muchas cosas en la vida más dolorosas que dejar de fumar, y somos capaces de aceptarlas y asumirlas
Disponer tan fácilmente de la droga entorpece el duelo. Mientras eso sea así, dependerá de ti decir NO las veces que haga falta
P.M. Alles – Psicólogo y escritor del manual para dejar de fumar: Fumabook