Desde que el ser humano nace hasta que se hace adulto no para de aprender. Estamos hartos de escuchar aquella frase de «la mejor forma de aprender es jugando». Habitualmente solemos imaginarnos de qué manera podemos hacer, por ejemplo, que un niño aprenda a sumar y a restar a través de la ejecución de un sencillo juego. Inmediatamente nos viene a la cabeza aquella situación de: Pepito, si yo tengo tres manzanas, me como una y mi hermano se come otra… ¿Cuántas manzanas me quedan? (sigue en pág.2)