
En la actualidad muchas personas se están “emborrachando” de información muy técnica sobre alimentación. Esto supone un primer riesgo, y es que si no somos expertos en el tema podemos asimilar incorrectamente dicha información (interpretación sesgada de lo que leemos o escuchamos). Por otra parte, y esto es lo que me interesa, puede hacer que nos empuje a “empezar la casa por el tejado”. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que de poco me vale profundizar en los tipos de proteínas, en las alteraciones de la insulina o en el metabolismo de las grasas, si sigo zampándome un paquete de patatas fritas frecuentemente.
Esto se ve cuando alguien no come dátiles porque tienen mucha azúcar o frutos secos porque contienen mucha grasa, pero después se toma un par de croissants como si nada. Éste es el verdadero problema de todo, y es fiel reflejo de nuestra profunda ignorancia.
Cualquiera de nosotros tiene poco conocimiento de alimentación, aunque crea lo contrario, por eso, lo primero es partir de un punto de humildad y dejar de abrir debates eternos en las redes sociales sobre esto o aquello. Por otra parte, lo segundo que tenemos que hace es mejorar la alimentación desde la base, ¿qué quiero decir con esto? Que en vez de pelearnos con los tipos de harinas, las distintas maneras de endulzar los alimentos (azúcar, estevia, sacarina, etc.)… lo que tenemos que hace es comer cosas no procesadas. Dejaré de comer todas esas porquerías que nos venden en forma de bollería industrial, galletas, zumos de bote y demás procesados atiborrados de grasas y azúcares malos, y más tarde, cuando lo consiga, ya me propondré otros objetivos más ambiciosos.
Vivimos en un mundo obsesionado en seguir tragando comida procesada, pero buscando ingredientes “menos malos”. Este es un punto de partida erróneo. El objetivo es no necesitar este tipo de alimentos, y eso se logra reeducando el paladar.
El otro día una chica comentaba en las redes sociales que si le quitaban eso y lo otro, que ¿qué iba a comer? Así amigos, en el momento que nos quitan lo procesado NO SABEMOS COMER y eso es un problema.
Esto es como intentar diseñar un sofá que nos queme calorías. La solución no es esa, es LEVANTARNOS DEL DICHOSO SOFÁ.