
Estaba viendo un «talent show» y me llama la atención la facilidad que tienen algunos concursantes para aliñar sus trucos de magia, actuaciones de baile o canto, malabarismo o lo que sea, con historias duras personales. Seguramente sea parte del guión del programa como técnica para remover conciencias o alimentar el deporte nacional del morbo. Probablemente venga como reacción a lo que había antes, todo lo contrario, tapar lo que uno sentía. Nos estamos acostumbrando a saltar entre extremos sin hallar el punto ideal de sal: o soso o salado hasta aburrir.
Esta postura de rebozarnos en el victimismo también lo vemos en la cuestión del tabaco. Es bueno no caer en ese error de centrarse en la dificultad y en el lloro que eso provoca. Trabajo, trabajo y trabajo… esa es la única solución.
No es cuestión de tapar las emociones, pero tampoco de ir por la vida con ellas escritas en la frente.
Hay que centrarse en construir, aprender…