A la hora de dejar de fumar, hay muchos fumadores que se encadenan a ciertos aspectos que se niegan a cambiar. Nos referimos a hábitos o costumbres, o ciertos convencimientos que tenemos de nosotros mismos, y que actúan como auténticas «vacas sagradas» que son intocables. Ejemplos de esto son:
– Sé que me puede ir bien, pero yo no soy de salir a caminar.
– Sé que me puede distraer, pero a mi no me gusta llevar a cabo ninguna actividad como pintar, coser, etc.
– Para mí, mis cinco cafés por las mañanas son intocables.
– No pienso renunciar a mis cervezas diarias.
– Yo no soy nadie si no me fumo mi cigarrillo al despertar, por eso quiero que me ayuden a dejar de fumar los 19 restantes que consumo durante el resto del día.
– Yo no soy de remover mis emociones, por lo que no voy a escribir nada en mi diario personal.
– Yo es que no tengo fuerza de voluntad ni para dejar de fumar, ni para hacer deporte ni para ponerme a dieta, por eso busco algo que me quite las ganas de fumar.
– Yo soy de esta manera y no puedo cambiar.
Como éstas, hay un millón de creencias que el fumador (y también los no fumadores) mantiene como cosa intocable, inamovible o sagrada. Ciertamente solo son barreras imaginarias que construimos y que entorpecen el logro de nuestros objetivos.
Aquí la actitud es un factor primordial. En un extremo hay fumadores que al dejar de fumar aprovechan para dejar de tomar alcohol y empezar una vida más activa, viviendo el proceso con positivismo y entusiasmo, y en el otro, quien se agarra fuertemente a la melancolía, arrastrándose de aquí para allá sumergido en una terrible pena por no poder hacer las cosas exactamente igual que la hacía como cuando era fumador.
Te sorprendería descubrir lo maravilloso que puede ser tu mundo interior sin estar sujeto a tantas vacas sagradas.
FUMABOOK 