
Algunos fumadores creen erróneamente haber aceptado el problema de ser fumador como una «drogadicción», otros reconocen no saber cómo hacerlo.
Imagina que tu hijo consume cocaína o heroína algunos fines de semana. Preocupado, le pides que lo deje. Él te responde que se lo planteará para el año que viene, que ahora tiene mucho estrés en el trabajo.
Esta explicación nos parecería intolerable con este tipo de drogas, pero algo muy normal y aceptable con el consumo de nicotina. Esto muestra la distinta vara de medir que usamos para una droga u otra. Hasta que no apliquemos el «valor adictivo» que tiene ser fumador en términos de privación de libertad y no el que le asigna la sociedad, el fumador no le buscará la solución más adecuada.
No olvidemos que muchos consumidores de estas drogas ilegales «solo» la consumen los fines de semana. En cambio, el fumador todos los días y a todas horas. Podríamos decir que en términos de libertad, muchos fumadores están sometidos de una forma más poderosa a la droga, son más drogadictos. Miramos la paja en el ojo ajeno y no la viga del nuestro.
O le llamamos por su nombre a las cosas o no daremos con la solución más acertada.