
Cada uno de nosotros defiende en mayor o menor medida a su persona. Detrás de nuestros miedos y complejos hay una parte de nosotros que merece todo nuestro respeto y por el que somos capaces de hacer casi cualquier cosa con tal de proteger. La DEFENSA DEL YO.
Esto tiene un papel muy relevante a la hora de dejar de fumar, te voy a explicar por qué. Cuando dejamos de fumar es importante definir el problema a la perfección para así darle la solución más adecuada. Es en este momento cuando el fumador debe aceptar, sobre todo, dos realidades:
- Que es un enfermo, un drogadicto.
- Que fumar no gusta, que esa sensación es una ilusión creada por la adicción. Consumir la droga a la que uno es un adicto, lo único que consigue es interrumpir el mono, la abstinencia. Da igual que el tabaco sepa a ceniza, heces o a perro muerto, el fumador sentirá que su drogadicción queda satisfecha como ocurre con el heroinómano que inyecta en vena su dosis. Es duro, pero es así.
Estas dos verdades son difíciles de asimilar por la mayoría de los fumadores como consecuencia de esa DEFENSA DEL YO. No es fácil asumir de un día para otro que uno es «un drogata que se siente a gusto cuando calma su mono con su dosis de droga». Para el fumador es más fácil pensar que «fumar es un placer y un hábito muy extendido por el mundo que a pesar de no ser muy saludable puede compensar por los buenos ratos que proporciona».
Da igual como lo pintes o como lo quieras llamar, el fumador es un enfermo que necesita reconocer su problema si quiere darle una solución acertada. Todo lo que está fuera de esta perspectiva es un engaño. Una vez se asume y se acepta esta cuestión ya no caben medias verdades ni cigarrillos sueltos… solo un futuro sin drogas.
¿Estás dispuesto a reconocer que tu YO TIENE UN SERIO PROBLEMA?
Ahora tu Yo tratará de defenderse enojándose con este artículo. Tú verás…
Mi yo aplaude tu artículo, a las cosas hay que llamarlas por su nombre.