Vamos a hacer un pequeño viaje para comprender mejor qué es lo que sucede dentro de la mente de una persona que fuma. Ten paciencia, el artículo es largo.
Alejandro es un chico de 16 años que estudia en un instituto de Madrid. Por ser 31 de mayo, día mundial sin tabaco, ha acudido al centro educativo Adrián, un experto en tabaquismo procedente de la Consejería de Sanidad de la Comunidad Autónoma Madrileña. Tras hacer una breve presentación sobre los peligros que tiene fumar, Adrián ha invitado a que los fumadores levanten la mano. Además de Alejandro, otros seis compañeros han reconocido fumar a diario, y catorce los fines de semanas y algún cigarro suelto durante el resto de la semana. El formador ha escogido a Alejandro y cuatro jóvenes del resto de compañeros que fuman (Silvia, Paula, Rodrigo y Fernando) y han formado un grupo de trabajo en una sala aparte.
En primer lugar, Adrián ha preguntado a los chicos “¿Por qué fumáis sabiendo lo nocivo que es para la salud y la cantidad de muertos que provoca?”. Las respuestas fueron las siguientes:
Silvia: Bueno, hay otras cosas malas y no por ello dejan de hacerse. Además no creo que sea tan malo. Mi abuelo y mis padres fuman y tienen buena salud, no han muerto por fumar. De todas formas yo no me considero una fumadora. No creo que fume toda la vida como mis padres, yo lo dejaré más adelante.
Paula: Yo, concretamente, solo fumo dos cajetillas a la semana, en sábados y domingos sobre todo. Solo soy una fumadora social. Supongo que cuando ya trabaje, tenga hijos y esas cosas, saldré menos y ya no fumaré.
Rodrigo: Yo sí que fumo todos los días, pero solo tres o cuatro cigarrillos, ¡eso no es nada!. Como estoy apuntado al equipo de baloncesto, mi cuerpo ni lo nota. Expulso todas las toxinas con el sudor. ¡Estoy sano como una pera!
Fernando: Yo no soy un fumador en sí, yo mezclo el tabaco con “hierba”, tú ya me entiendes, que es mucho más sano, y así echamos unas risas. ¡Tampoco creo que me vaya a hacer daño el hacer esto durante unos años ¡Peor es el humo que nos tragamos de los coches!
Alejandro: Yo fumo más, 10 cigarrillos al día, pero puedo estar días sin fumar, yo lo controlo. Cuando quiera lo puedo dejar.
A continuación, Adrián expuso la siguiente afirmación: “si seguís fumando, y alcanzáis la cifra de 20 cigarrillos diarios, cuando tengáis 60 años, y suponiendo que el precio del tabaco queda congelado, os habréis gastado 80.000 euros. ¿Alguno de vosotros se ve a esa edad en esa situación, siendo aún fumadores y habiéndose gastado todo ese dinero?”. Todos respondieron un rotundo “NO”.
Como podéis comprobar, estos chicos y chicas de 16 años, llevan a cabo la conducta de fumar en base a una serie de creencias erróneas. Una muy importante y que poseen la mayoría de los jóvenes es aquella de pensar que uno no va a ser fumador para toda la vida, que tarde o temprano lo dejará. Obviamente, esto no es cierto, prácticamente todos los adultos que hoy fuman también pensaron esto, y se equivocaron. Casi cualquier persona que ha sido fumadora y ha comprobado lo difícil que es dejarlo recomendaría a estos jóvenes interrumpir de inmediato el consumo del tabaco. Cualquier fumador enfermo o a punto de morir por culpa del tabaco, aconsejaría la misma cosa. Ciertamente los fumadores adultos en general reconocen que hubieran preferido no empezar a fumar para no quedar atrapados por la adicción. Desde nuestro punto de vista como adultos, nos es difícil identificar las creencias erróneas que se generan a estas edades: “a mí el tabaco no me va a enganchar”; “lo puedo dejar cuando yo quiera”; “haciendo deporte neutralizo el daño que pueda hacerme”, etc. No olvides que estas creencias que a nosotros nos parecen completamente falsas son las que justifican o sostienen la conducta de fumar de estos muchachos. Para ellos son creencias muy verdaderas.
Ahora nos vamos a otra historia. Gabriel es un joven de 24 años que estudia Medicina. Es fumador desde los quince años y consume unos 15 cigarrillos al día. Procedemos a preguntarle sobre por qué fuma, aun sabiendo por sus estudios lo malo que es para la salud y los motivos por lo que no quiere dejar de fumar. Os mostramos su respuesta:
Gabriel: “Es verdad que fumar es malo y lo vemos en el hospital en muchos pacientes, pero me cuesta mucho dejarlo. En el hospital fuma mucha gente entre los médicos y enfermeros, cuesta decir que no, la verdad. Además, hay quienes fuman dentro del hospital, en los almacenes de materiales y en algún despacho por ahí metido. Hoy en día no me planteo dejarlo, supongo que dentro de unos años lo dejaré. Este año es mi último año de carrera, tengo mucho estrés con lo estudios y fumar me ayuda mucho a estudiar. Además, se me olvidaba, este año es el viaje fin de carrera a México, y pienso pasármelo fenomenal con los compañeros de copas, sin fumar no sería igual, en absoluto. Paso de amargarme el viaje”.
En este caso, Gabriel muestra otros tipos de creencias erróneas que también poseen los fumadores: “fumar ayuda a manejar el estrés del estudio”; “fumar ayuda a estudiar, a retener, a memorizar”; “fumar ayuda a pasárselo mejor en un viaje de fin de curso”, etc. En definitiva este muchacho cree poseer unos motivos de peso para seguir fumando a pesar de saber lo malo que es para la salud, y por ello renuncia a dejar de fumar. ¿Pensáis que fumar es esencial para todas estas cosas? Desde nuestro punto de vista de fumadores adultos, no nos parecen unos motivos de peso ¿verdad? Ojalá estuviéramos en su lugar para no volver a fumar nunca más.
A continuación conocemos a Sandra, una mujer de 34 años que se va a casar el año que viene. Ella también es fumadora y también le hemos preguntado sobre los motivos por lo que no quiere dejar de fumar. Leamos que nos respondió:
“Vamos a ver, yo sí quiero dejar de fumar, pero ahora no. Tengo un año por delante para organizar mi boda: invitaciones, menú, el traje, la luna de miel… son muchas cosas y obligaciones que tengo por delante, no creo que sea el momento más idóneo para dejar de fumar. Además, llevo dos años intentando quedarme embarazada y no hay manera. Estoy muy agobiada con eso. Sé que fumar no es lo mejor para el embarazo, pero también sé que si me pongo más nerviosa tendré menos probabilidad de quedarme embarazada. Por otra parte estoy conviviendo con mi pareja. Él también fuma, y nos encanta fumar cigarrillos por la noche después de cenar viendo una buena película o una serie. Creo que estamos en el momento más bonito de la vida y no quiero amargarme con la abstinencia por dejar de fumar. Hay otra cosa que me influye muchísimo, y es la luna de miel, creo que no voy a poder estar sin fumar en el hotel con todo incluido, con tanta piña colada y tequila. En definitiva éste no es el mejor momento para dejar de fumar”.
Como te habrás dado cuenta, la pobre Sandra está saturada de creencias falsas. Al parecer estar sin fumar le va a provocar que no se quede embarazada, que no aguante la preparación de la boda, que no se lo pase bien en el viaje de novios, que no disfrute de estar con su pareja por las noches antes de acostarse. En fin, dejo que saquéis vuestras propias conclusiones.
Ahora hemos estado con Lucía, una mujer de 39 años. Los motivos de ella han sido bien distintos:
“¿Dejar de fumar? Eso debería hacer, pero nunca parece ser un buen momento. Mi marido dejó de fumar hace tres años, pero yo no pude. Será que él es más fuerte o tiene más fuerza de voluntad. Pero claro, están los hijos. Todo me cae a mí. Tengo un niño de 7 y una niña de 3. Salgo del trabajo a las 5 de la tarde y, entre la casa y ellos, no paro. Mi marido no hace nada en absoluto. Con el ajetreo de los hijos no puedo dejar de fumar, así de claro, Lo siento. Encima, con los partos, me ha cambiado la figura. Estoy yo para coger ahora 15 o 20 kilos por dejar de fumar. ¡Ni en broma!”
Al parecer, según Lucía, ser madre y ser “no fumadora” es incompatible. Quizás en vez de echarle las culpa al tabaco, debería echárselas al marido por no hacer nada en casa ni con los hijos, pero bueno, ésa no es la cuestión. Seguimos viendo más creencias erróneas que sostienen la conducta de fumar y sirven como motivos poderosos para posponer una y otra vez el momento para dejar de fumar.
Ahora vamos a viajar un poco más rápido en la edad y nos paramos con Paco, un fumador de toda la vida con 63 años. Le preguntamos por dejar de fumar. A ver que nos cuenta:
“Ja, ja, ja. A mi edad. Sé que tienes razón, que el tabaco es muy malo y todas esas cosas. Pero, hijo, después de casi 50 años fumando, el mal ya está hecho. Lo que tenga que pasarme, sea un infarto o un cáncer, me pasará. No creo que dejando de fumar ahora vaya a ganarle tiempo a la vida. Además, estoy a dos años de jubilarme. ¿Acaso va a ser momento de no poder disfrutar de mi tiempo relajadamente? Para mí fumar es un placer, casi un amigo, lleva conmigo toda la vida. ¿Qué voy a ganar yo ahora dejándolo? Si no hubiera empezado de muchacho, pero ya poco puedo hacer”.
Como puedes ver, las creencias erróneas que generan los fumadores para “aliviar” la disonancia cognitiva que hablamos en el libro Fumabook, no son estáticas. Es decir, van evolucionando con el tiempo. Las creencias no son las mismas a los 15 que a los 45 u 80 años. Recordamos que siempre decimos que el cerebro adicto escanea nuestras debilidades y nuestras circunstancias personales a la hora de laborar esas creencias erróneas. Y dado que nuestras debilidades y circunstancias cambian con la edad, las creencias también van cambiando.
La motivos que tiene un niño de 13 años para fumar no tienen nada que ver para uno que tiene 55 años. Como adultos podemos pensar que los motivos de ellos son absurdos y que carecen de consistencia alguna. ¿Sabes qué pueden pensar los jóvenes de tus motivos? ¿Qué crees que opinan los que nunca han fumado de tus creencias? Aunque poco nos tiene que importar lo que piensen los demás, este ejercicio de reflexión es necesario para comprender lo que nos está sucediendo dentro de nuestra mente.
Muchas veces hablo con fumadores jóvenes y les cuento las dificultades que tienen los mayores para dejar de fumar y los motivos que confiesan tener para no lograrlo. No son capaces de entender sobre lo que les estoy hablando, es más, a veces me preguntan si estos fumadores tienen algún problema psicológico añadido. Les cuesta comprender, o más bien, son incapaces de entender todas estas cosas que argumentan los fumadores adultos.
Espero que este escrito te ayude a seguir comprendiendo tu adicción.
Más información en http://www.fumabook.com
¿Y por qué hay personas que nunca han fumado? Y lo han probado, pero no han dejado que entre el carcelero. ¿Son jóvenes con un cerebro más evolucionado?
Entre las personas hay diferencias biologicas que los pueden hacer más o menos propensos a ser adictos. También influyen variables de la personalidad y cómo gestionan la «presión social», y por supuesto la educación y el ejemplo social recibido. No todo el mundo recibe de su entorno social el mismo valor que tiene el tabaco….
Hay muchos factores que intervienen.
Ésa respuesta última es de Fumabook
Yo soy «Paco», Pilar, en lugar de 63 son 64 años y más de 50 de fumadora. El 24 de diciembre decidí intentar dejar de fumar por primera vez en mi vida. El 15 de enero fue la fecha elegida, estuve 3 semanas preparándome mentalmente y hoy es mi día 29 libre, matando al carcelero de aburrimiento. Ojalá sea así para siempre.
Sigo leyendo unos cuantos artículos de Fumabook cada día, este es el 250. Gracias.