Es muy frecuente que, durante el proceso de dejar el tabaco, haya un día en que las fuerzas aflojen y sucumbas a la tentación de fumarte un cigarrillo. Este hecho puede tener dos finales:
1. El más común, desgraciadamente, es que te sientas derrotad@ y sigas fumando con normalidad, dejándolo para otro momento «supuestamente mejor».
2. Asumir el tropiezo como un resbalón normal, aceptable y asumible como parte normal del aprendizaje que supone adaptarte a una nueva vida sin tabaco y seguir sin fumar.
(Sigue en pág. 2)
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