Hola, compañeros del grupo Fumabook. Hoy vamos a ver algo muy interesante relacionado con la autoestima y la motivación.
Cuando uno se marca en la vida un objetivo y éste no es logrado, o sucede algún contratiempo, es normal que nos preguntemos ¿por qué ha sucedido? Normalmente focalizamos la mayor parte de la responsabilidad de ese nefasto resultado en dos posibles alternativas:
1-“No lo he logrado por mi culpa”.
2-“No lo he logrado por las circunstancias”.
Aunque pueden aparecer las dos, una siempre prevalecerá sobre la otra
Optemos por echarnos las culpas. Aquí volvemos a tener dos alternativas:
1-“La culpa es mía, no me he esforzado en esta ocasión lo suficiente. La próxima vez lo haré mejor”. (Vemos que lo que ha sucedido es algo puntual).
2-“La culpa es mía, no valgo para esto”. Aquí no es algo puntual sino algo más bien estable, nos catalogamos como incapaces para dicho objetivo. En este caso afecta a la autoestima, con lo que la próxima vez lo haré igual de mal o peor, hecho que volverá a atacar a mi autoestima de nuevo. Tras muchas experiencias de este tipo, la autoestima queda dinamitada, propagándose su efecto a otros aspectos de la vida, resultando una BAJA AUTOESTIMA como componente esencial de la persona.
Optemos ahora a responsabilizar a las circunstancias. Aquí tenemos dos opciones también:
1-“Las circunstancias han sido algo puntual y estoy seguro que la siguiente vez lo podré conseguir”. No es algo estable, solo un suceso aislado (una mala semana en el trabajo o una pelea con la pareja).
2-“Las circunstancias son las que son, el objetivo me queda grande”. En este caso estamos ante un tema de dificultad (del objetivo). Normalmente, en estos casos, cuando la gente percibe algo como muy difícil, se pierde la motivación, ya que no se prevé conseguir la meta. Yo no entreno ni me apunto al tour de Francia porque sé que a mis 41 años no lo voy a conseguir ni de broma.
Resumiendo, si achacamos los fracasos a defectos nuestros que consideramos permanentes, destrozamos nuestra autoestima. Y cuando responsabilizamos nuestra derrota a la dificultad del propósito, reventamos la Motivación.
Tristemente esto es lo que sucede en innumerables ocasiones cuando intentamos dejar de fumar. Solemos sumar ambas situaciones: Nos consideramos como incompetentes para lograrlo (no tenemos fuerza de voluntad, etc.) y vemos dejar de fumar como una tarea muy complicada. Nuestro resultado es una baja autoestima y baja motivación, un cóctel muy peligroso no solo para seguir fumando, sino para que se propague negativamente a otros ámbitos de nuestra vida.
Hoy no os vamos a dar ninguna fórmula mágica para subir la autoestima y la motivación, para eso trabajamos día a día en el grupo. Lo que pretendo es que entendáis que el ser humano no deja de ser una máquina biológica que interacciona con el medio y que extrae conclusiones de su experiencia. Estas conclusiones pueden ser erróneas y llevarnos por el camino equivocado.
Dejar de fumar es un objetivo alcanzable para todos vosotros. Da igual los problemas que tengáis en casa, la carga de trabajo o los miedos que podáis sentir. La adicción funciona haciéndoos creer que no sois capaces de vencer al Carcelero. Esa es su gran arma. El Carcelero es como una rata disfrazada de león. A nuestros ojos tenemos que aniquilar al fiero rey de la selva. Cuando pasan los meses y la lucha va avanzando, os daréis cuenta que bajo aquella enorme dentadura de afilados colmillos y terribles garras, se escondía un ser minúsculo, despreciable y oportunista que lo único que quería era amargaros la vida… ¡Una asquerosa y pobre rata!
Cuando sucede algo malo en tu vida debes discernir con cautela y prudencia la procedencia y naturaleza del origen de ese acontecimiento para no dañar injustamente tu autoestima y tu motivación.
P.M. Alles – Psicólogo y escritor del manual para dejar de fumar: Fumabook