En este post vamos a tratar sobre la diferencia entre conocer y comprender el problema del tabaco. La mayor parte de las actuaciones que se toman a nivel global para concienciar a la población sobre la necesidad de eliminar el hábito de fumar, van dirigidas a conocer el problema del tabaco. ¿A qué hacemos referencia con esto? A toda la información del tipo: Fumar mata; fumar disminuye la fertilidad; fumar produce cáncer; fumar produce problemas cardiovasculares; fumar acorta la vida; fumar te envejece la piel; fumar ocasiona enfermedades respiratorias; fumar es responsable de un enorme gasto económico para los países, etc. Pero con toda esta información, necesaria pero no suficiente, no logramos que los fumadores den el paso definitivo. Para ello, es vital comprender el problema del tabaco. No vamos a lograr en un breve post que comprendamos la profundidad de este problema, pero al menos, intentaremos trazar una nueva perspectiva.
Habitualmente, para explicar este fenómeno, suelo acudir a un ejemplo muy sencillo. Imaginen que las oficinas estatales destinadas a la búsqueda de empleo para la ciudadanía que no trabaja, se dedicara única y exclusivamente a la siguiente tarea: Cada vez que un desempleado acudiera a buscar trabajo, se le entregaría un papelito donde apareciera la siguiente frase: «Si usted no se forma académicamente, sus hijos vivirán en la pobreza».
Este texto podría ir acompañado por una fotografía donde aparecieran varios niños con evidente falta de higiene, mal vestidos y rebuscando comida entre montañas de basura. ¿Qué estamos intentando decir? Con este tipo de informaciones, solo conseguimos que el desempleado conozca el problema, pero sin que lo comprenda y sin orientarle a tomar las medidas más convenientes para encontrar un empleo y poder así mantener a su familia.
Al desempleado hay que guiarle, explicarle que formación está más ajustada a su perfil y cuál puede reportarle mayor probabilidad de encontrar un empleo. No vale con solo inducirle miedo con las consecuencias de no formarse.
Con el tabaco pasa algo muy parecido. Cuando cogemos una cajetilla, nos encontramos la habitual frase de “Fumar mata” y sobre ella una imagen de algún fallecido. No estamos diciendo que esta información sea falsa o innecesaria, decimos que es insuficiente. Para ello, planteamos la necesidad de comprender el verdadero problema que nos encontramos con el tabaco.
- A este respecto, es necesario, en primer lugar, averiguar los entresijos de cómo se origina este problema de origen puramente Social. A groso modo (lo iremos viendo en otros artículos), podremos afirmar que el tabaco recibe un trato social ventajoso respecto a otras drogas, y no solo en su legalidad frente a la fabricación, comercialización y consumo, sino también por su implantación social en todos los ámbitos de la persona, como son el familiar, escolar, etc. No olvidemos que pertenecemos a esa generación que vio fumar a los médicos dentro de los centros sanitarios, a los profesores en los patios de los colegios, a nuestros padres dentro de casa, del coche. Hemos presenciado cómo se regalaban puros y cigarrillos en las celebraciones de las bodas. ¿Te imaginas que lo novios se dedicarán antes del baile nupcial a repartir cocaína y heroína? Hemos creado una sociedad fuertemente tolerante con el tabaco, y eso no solo nos ha hecho partícipes, sino también el desempeño de otro rol fundamental: el de Víctimas. Somos víctimas de una ceguera social que nos roba la libertad, la salud y el dinero, y que tristemente nos convierte en perpetuadores de este mal mundial.
- En segundo lugar sería necesario comprender el efecto real que produce el tabaco en nuestro organismo, y no solo jugar con números estadísticos de enfermos, muertos o enfermedades. El tabaco afecta a todo nuestro organismo. Sería interesante poder viajar al interior de nuestro cuerpo como en la película “El chip prodigioso” o el dibujo animado de “Érase una vez la vida” y poder contemplar con nuestros propios ojos cómo a cada inhalación de humo se van impregnando nuestros pulmones con más alquitrán y demás sustancias tóxicas que componen el tabaco. Sería interesante viajar al interior de nuestras células y apreciar cómo va mutando el ADN una y otra vez como consecuencia de los productos químicos de los cigarros, originando daños irreparables. Sería muy interesante adentrarnos en nuestra red neuronal y apreciar cómo la droga altera nuestros circuitos y nuestros pensamientos, haciéndonos personas dependientes y enfermas. Tal y como decía un profesor mío de psicología, “si por cada inhalación que diéramos nos saliera un grano en la cara, no habría un fumador más sobre la faz de la tierra. Recordad que lo que produce en cigarro en el interior del organismo es infinitamente peor que un grupo de granos en tu cara”. En efecto, y como él solía decir: “corazón que no ve, corazón que no siente”. Que interesantísimo viaje sería aquel por nuestro interior. Indudablemente, si lo hiciéramos y comprendiéramos lo que estamos viendo, caeríamos irremediablemente de rodillas con los ojos inundados en lágrimas. Fumamos sabiendo lo que pasa, pero ni lo vemos ni lo comprendemos, por eso no lo dejamos de forma inmediata y fulminante.
Me encantaría escribir un artículo que desvelara todos los secretos del tabaco, para que lo pudieras comprender y así te resultara más fácil dejar de fumar, pues lo harías bruscamente y sin esfuerzos, pero a día de hoy eso es imposible.
Tan solo te queda hacerte consciente de todo esto y decirte en voz alta: Yo no quiero ser una víctima del tabaco, aunque no pueda verlo, sé que esto está haciendo un daño en mi interior y en mi libertad que no puedo seguir tolerando.
No esperes que venga nadie a salvarte la vida
En tu mano está decir NO al tabaco y lograr tu merecida libertad
P.M. Alles – Psicólogo y escritor del manual para dejar de fumar: Fumabook