¿Qué diferencias encontrarías entre el rico dulce de la boda y el pan lleno de moho y gusanos? Vamos a explicarlo.
El cuerpo humano necesita de alimento para poder sobrevivir. Cuando alguien no come, el cerebro se encarga de que la persona se sienta mal para que se lleve algo a la boca y así resuelva la situación. Es tan vital comer que, si no lo haces, cada vez te encontrarás peor hasta que te deje tumbado a penas sin moverte para que no consumas energía y, finalmente, y si no lo remedias, mueras. Tal y como ocurre con el alimento, el cuerpo humano dispone de otras NECESIDADES BÁSICAS como son la de beber y la de dormir. Al igual que con el alimento, si no bebes o no duermes, cada vez te encontrarás peor, de tal modo que, si no satisfaces esas necesidades, terminarás igualmente muriendo. Es decir, podríamos afirmar que, el pan lleno de moho satisfizo una necesidad básica como es la de comer, y eso hizo que suprimiera o hiciera desaparecer una serie de sensaciones negativas que tu cerebro te originaba para que te preocuparas en buscar comida y la introdujeras por la boca. Es decir, más que aportar “algo bueno”, el pan “quitó algo malo”, ese malestar que te producía el hambre. Por el contrario, al estar en la celebración de la boda y haber comido tanto, tú ya no tenías hambre, no tenías ninguna necesidad básica que cubrir. Y, desde luego, si no te lo hubieras comido, no te hubieras muerto, ni mucho menos. Podemos decir que, el dulce o el pastel ingerido, más que suprimir un malestar inducido por el hambre, aportó una serie de sensaciones placenteras a través de su sabor, textura, cremosidad, etc. Con todo ello, acabamos de ver la diferencia entre algo que aporta placer y algo que suprime un malestar. ¿Acaso te hubieras comido el pan duro lleno de moho y gusanos como postre el día de la boda? Lógicamente, no. Si lo hubieras hecho, muy probablemente, te hubiera provocado el vómito de todos los manjares deglutidos con anterioridad.