Es frecuente que, a los fumadores, se les intente convencer con argumentos más palpables, como son la protección de la salud y el control de su dinero. ¿Cómo íbamos a persuadir al adicto con la recuperación de su Libertad? El fumador no se asusta viendo fotografías de cadáveres en las cajetillas de tabaco ni vídeos donde aparecen pulmones humanos alquitranados como una autopista. Incluso, algunos no quieren dejarlo ni tras ser diagnosticados de un cáncer de pulmón. ¿De qué manera lo íbamos a lograr prometiéndoles esa Libertad robada en su infancia o adolescencia? Consciente de todo ello, no he dado mucho bombo durante el libro a esta “Libertad”, pues sabía que no me comprenderías. Debe pasar algo más que unos pocos meses para que uno mire para atrás y quede horrorizado al ver la verdadera dimensión del problema del tabaco. A pesar de ello, y fiel a mis principios, he creído justo y necesario dedicar unas palabras a este inmenso descubrimiento que aún te queda por realizar. No te puedo contar a qué huele, ni a qué sabe, ni cómo se siente; tan solo puedo asegurarte que, cuando te llegue, la reconocerás de inmediato.