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En primer lugar, intentar ignorar esos pensamientos. Aunque pensemos, por ejemplo, que no somos capaces de dejar de fumar, obviaremos esos mensajes negativos y seguiremos en nuestro empeño. Al dejar de fumar hay que hacerse un poco el sordo con lo que nuestra mente trata de decirnos en todo lo que se refiere a seguir fumando. Diga lo que nos diga, fumar no tiene lugar en nuestra vida. No habrá circunstancia personal, familiar o laboral que justifiquen seguir fumando.
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En segundo lugar, es bueno sacar y airear todas esas creencias erróneas para hacernos muy conscientes de lo falsas que son. Para ello propondremos una serie de ejercicios.