Nuestro cerebro focaliza todos sus recursos, toda su maquinaria, en buscar un cigarro y encenderlo. La actividad mental se acelera y se activa como una olla a presión. Por mucho que lo intentemos, el mismo pensamiento vuelve una y otra vez a nuestra cabeza. Con el paso de las semanas y meses esto se irá calmando por sí solo (sigue en pág. 3)