Una vez comprendida esta cuestión, lo único que nos queda es trabajar con esas creencias erróneas… ¿cómo? Escribiendo nuestro Diario Personal, leyendo el blog, viendo los vídeos y compartiéndo nuestros miedos con el grupo. Todas esas creencias erróneas son como una bolsa de pus putrefacto que habita en nuestro cerebro y tenemos que extraer y airear. No tenemos que tener vergüenza a sacarlas fuera, pensar sobre ellas, reflexionarlas, escribirlas, compartirlas, etc. Todo lo que nos quedamos dentro, se enquista y se pudre. No hay mejor ejercicio que dejar pasar la luz al interior de nuestros miedos para comprobar que no son ciertos (sigue en pág.9)