¿Por qué nos cuesta tanto dejar de fumar?
El tabaco entra en contacto con nuestra vida a edades tempranas, son muy pocos los que se inician en la fase adulta (la edad media de inicio son los 16 años en España). Esto se produce fundamentalmente por dos motivos. En primer lugar, porque a esas edades las estructuras de nuestro cerebro encargadas de «evaluar los riesgos» no están formadas del todo y, en segundo lugar, por la influencia de nuestro entorno social (amigos, familia, etcétera) que nos hacen pensar desde pequeños que fumar es malo, pero no tanto como realmente es. A ojos de los niños: “Si nuestros modelos sociales más relevantes (padres, profesores, médicos, amigos) fuman, fumar no puede ser tan malo. Pero eso, para el que fuma, ya poco importa, pues forma parte del pasado y eso no se puede cambiar. No obstante, es muy importante que comprendas que ser adicto es consecuencia de un problema eminentemente social que hace del fumador una víctima.